Para que llueva

Viggo Mortensen y Fabián Casas

(12-19/10/2013)

VIGGO:

Antes de nuestra cita clave de esta noche contra Arsenal, unas palabras sobre el partido que jugó Dinamarca para la clasificación al Mundial 2014 contra Italia en Copenhague anoche. Madrugué, y todavía es de noche en Argelia. Miro por la ventana del hotel hacia donde sé que está el mar. Me preparo para salir a explorar un poco más la ciudad de Argel. Pienso en lo que vi en mi compu hace unas horas, transmitido desde Copenhague. Los daneses tenían solucionado el encuentro, y así, de momento, sus problemas para la clasificación al Mundial de Brasil. Ganaban 2-1 con total justicia, pero en el minuto 92 los tanos metieron un gol de pura suerte para empatar. Italia no había hecho mucho para merecer el punto, pero se salieron con la suya, como pasa tantas veces con la Azurra, y le jodieron la fiesta a los locales. O sea que no solamente San Lorenzo pierde o empata partidos en el que es altamente superior al rival. Una verdadera lástima, ya que Italia ya estaba clasificada, no les hacía falta ese gol torpe, y la victoria para los de Morten Olsen los hubiera puesto en el repechaje. Ahora la Landsholdet tendrá que ganar con goleada su último partido para conseguirlo, y tener un poco de suerte con los resultados de otros equipos. Lo peor de ese último gol es que ahora los daneses no controlan su destino, e incluso pueden quedar fuera del mundial aunque ganen su último partido. Los hinchas locales, que habían estado alentando y cantando todo el partido, no se lo pudieron creer. El estadio Parken quedó tan mudo como el Monumental en 2008 después de la hazaña azulgrana de Gonzalo Bergessio. Y yo, frente a mi compu en una cafetería de Argel, también. Jugaron muy bien colectivamente los daneses, siempre buscando el gol. Italia no jugó a nada, en realidad, casi siempre al “catenaccio” aburrido de toda la vida, y además el gran arquero Gianluigi Buffon no estuvo nada fino. Pero… cosas de la suerte, y ahora le toca sufrir a la rojiblanca vikinga.

(Bendtner, el 11, hizo los dos goles daneses)

Después de caminar por todos lados desde el amanecer, escuchando como suena el árabe acá, oliendo el mar, el puerto, las calles, empapándome de todo lo que me llame la atención -en realidad pescando en lo que es un nuevo río para mí, con vistas al rodaje que se acerca inexorablemente- he vuelto a mi cuarto al otro lado de esta gran ciudad mediterránea para hacerme unos mates y enganchar (espero) el partido que se va a jugar en Sarandí. Ha sido un día muy interesante, de mucha inspiración. He caminado no sé cuántos kilómetros , de callejón a callejón, subiendo y bajando miles de escalones por el Casbah y por los viejos barrios europeos, dejándome llevar hacia una destinación sin nombre, avanzando y retrocediendo a base de ruidos y colores, de asociaciones mentales, memorias, preguntas que me iba haciendo. Todo perfecto, todo inconcluso, todo valioso, la ciudad entró en mí, y yo en ella. Siempre tuve al mar como referencia. Al atardecer, la cuesta abajo a la gran bahía, con los llamados a la oración de las mezquitas marcando el tiempo que iba pasando. Salí continuamente de mi trayectoria más o menos planeada, con el lujo de no tener cita con nadie, de poder ir por cualquier lado, sin prisa. A veces pregunté a gente que encontré en la calle o en los cafés sobre cosas que me podrían ayudar a terminar de construir el personaje de la película que vamos a rodar pronto en las montañas Atlas. Cosas específicas sobre frases o referencias históricas en nuestro guión -probando con mi muy limitado vocabulario árabe, mezclado con el francés que voy afinando para el rodaje- pero en general buscaba el contacto humano nomás, para ir tocando, aunque solo fuera con roces efímeros, la historia de tantas culturas que han pasado por esta ciudad. El personaje que voy a interpretar se crió acá, y quiero imaginarme su infancia y adolescencia lo mejor que pueda. Siempre me ha gustado investigar así, dejar que los lugares, el clima, la gente y mi propia condición física informen la aventura.

(Argel)

Bueno, pasaron las horas. He visto el partido que terminamos perdiendo 2 a 1. Ya se habrá dicho todo: la “ley del ex” con los dos goles de Furch, la valentía de San Lorenzo ganando el partido jugando con nueve en la cancha después del golazo de Piatti en la segunda mitad, la falta de discreción de Alvarez (un árbitro que no estuvo a la altura de su oficio y a veces casi parecía un hincha más del local), que este señor ya había perjudicado a Tigre contra los del Viaducto recientemente y no tenía que haber sido el referí de este partido transcendente…

Después del gol de San Lorenzo, pensé que iba a ser una hazaña inolvidable, sabía que nos íbamos a defender ferozmente y creía que la suerte nos iba a sonreír. Cuando Alvarez expulsó injustamente a Gentiletti en el segundo tiempo, los nuestros siguieron siendo los verdaderos guerreros, buscando la victoria sin miedo, mientras que el rival no paraba de meterse atrás y de tirar pelotazos. Increíble situación, con el CASLA cada vez más grande y el rival, aún teniendo superioridad numérica y jugando en su cancha, temblando. Un presagio de algo épico, me parecía en ese momento. Y entonces después, cuando salió como un cohete del pie izquierdo de Piatti el disparo cruzado para el primer gol del encuentro, Arsenal y su hinchada entraron en estado de shock. Yo corrí de un lado a otro en mi cuarto de hotel, saltando y gritando como un poseído. Abrí la ventana y le grité el gol a la luna creciente. “¡Vamos carajo!” Todo estaba en su sitio, se construía algo grande. Pero no pudo ser. Dos errores, fruto del cansancio físico y mental, permitieron a Furch empatar y entonces ganar el partido. Pizzi y su equipo tienen derecho a estar furiosos por lo del arbitraje, pero hay que levantar cabeza. Espero que la final de la Copa Argentina contra Arsenal el miércoles que viene sea igual de vibrante, y que el referí que pite lo haga bien. Por lo menos no será Luis Alvarez. ¡Aguante Ciclón!

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FABIÁN:

Hola Viggo: es lunes feriado, siete de la tarde y acabo de regresar de tres días en el campo con Guada, Ana y Rita. Estoy sucio y cansado pero con ese cansancio lindo cuando la pasás bien, como, por ejemplo, cuando hago karate como hice esta semana pasada casi todos los días. Tanto que el jueves me dormí vestido, destruído. El sábado por la noche vi el partido en Lobos, con una mala conexión, con lo cual la señal llegaba con retardo e imaginate lo que eso me producía. Si bien el final -con esos dos goles de Furch, que nunca metió uno para el CASLA pero a nosotros ya nos lleva metidos tres- me liquidó.

No fue como otras veces cuando perdimos. Grité el gol de Piatti de manera desaforada, corriendo, ante el estupor de la familia de Guada, y pensé, igual que vos, que íbamos a por un partido histórico. No se dio, pero San Lorenzo jugó con una dignidad innegociable. Fijate que Arsenal, recién cuando quedamos con nueve, decide ponerlos a Rolle y a Furch, que fueron los mejores. Es decir que nunca se le ocurrió atacar y lo hizo recién cuando si no lo hacía era un papelón. San Lorenzo te genera esa confianza que te dan ciertos amigos que vos sabés que, les toque lo que les toque, nunca se van a dejar corromper. Eso sentí, y me hizo sentir muy orgulloso del CASLA. Porque con nueve seguimos atacando como si tuviéramos once y casi casi lo ganamos. Pizzi dijo algo piola al terminar el partido. Hay que metabolizar esta bronca para conseguir algo bueno en breve. En breve jugamos de nuevo con Arsenal. Con River perdimos la copa y ganamos por el campeonato, creo que con Arsenal va a ser al revés, acabamos de perder por el campeonato y le vamos a ganar la copa, estos jugadores del CASLA se lo merecen. Espero hasta el viernes y dopo me voy a Bolivia a ver a Evo y la Feria del Libro de La Paz. Hay algo de los barrios altos de Bolivia que se parecen a los lugares donde vos estás ahora.

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VIGGO:

No sabés lo que me alegra saber de vos. Muy bien lo que decís de San Lorenzo, del orgullo que uno siente siendo Cuervo de corazón al ver como pone huevo el equipo y su técnico. Pizzi es más samurai que Mifune.

(el grandísimo Toshiro Mifune)

Después de varios días muy interesantes, pero también agotadores, sobre todo por la constante multitud, el tráfico brutal y todos los ruidos que acompañan, también estoy un poco agotado. Además hoy me perdí el vuelo que solamente sale dos veces a la semana para llegar hasta donde tengo que trabajar en Marruecos, allá en las montañas cerca del Sahara. Un viaje que tenía que haber sido de veinte minutos en taxi al aeropuerto internacional de Argel resultó ser de dos horas por unos accidentes y el resultante tráfico infernal. Como pasa en momentos picos de congestión en el crucigrama vial porteño, suele llegar el momento del “sálvese quien pueda” en Argel, y todo se va al carajo. De verdad siento a veces que estoy en un lugar que es mitad Buenos Aires y mitad La Habana, por el caos, la desesperación diaria -y también, por el buen lado, por la arquitectura neoclásica, mal cuidada pero hermosa, y la genialidad de la gente. Creo que soy hombre del monte, del bosque, del mar enojado, un tipo algo solitario, pero a veces añoro lo que es empaparme de los venenos metropolitanos. Me encantan y me aterran las grandes ciudades del mundo, a veces simultáneamente. Nada, eso… acá estoy todavía, en la ciudad natal de Albert Camus. Saldré en otro vuelo mañana, llegando a más de mitad de camino, y entonces continuaré en un auto hasta llegar al destino final. Bueno, final no. No estoy listo para eso todavía. Aún tengo piernas y presumo de poder enganchar bien arriba un rato más.

(Constantine)

Acá también es feriado, de lo más importante en el año musulmán. La fiesta del Eid al-Adha, que se traduce del árabe como “Celebración del Sacrificio”. Conmemora la voluntad de Ibrahim (Abraham para los cristianos) de sacrificar a su hijo Ismael, como Dios parecía habérselo pedido. Los dioses, ya ves, pueden parecer tan locos como los hombres -y no lo digo faltándole el respeto a nada ni a nadie, mucho menos a Dios, como sea y quiera que se llame. Esta fiesta coincide con el Hajj, que es cuando innumerables fieles hacen su peregrinación a la Meca. Las preparaciones para este feriado de los países predominantemente musulmanes tardan varios días. Desde que llegué a Argelia he visto a gente arreando corderos, vendiéndolos, y los compradores examinándolos (tienen que ser bichos sin apreciable enfermedad o defecto, puros para el sacrificio), y transportándolos por todos lados. En los parques, en camionetas, en el metro (en serio), en las calles del centro como en las de los pueblos. Corderos de acá para allá, llevados con correas como si fueran perros. Los niños comprándolos con sus padres, y haciéndose amigos con las mansas criaturas. Bueno, supongo que algunos corderos sueltan merecidas patadas y testarazos después de ser enjaulados, manoseados y generalmente arrastrados de un lado a otro durante días. Una relación breve con la mascota han tenido sus familias adoptivas, porque mañana desenvainan los facones y la sangre corre universalmente, como Dios manda. Matan, comen, festejan e incluso donan, muchas de las familias, parte de la carne a los pobres y a los ancianos que andan por ahí sin parientes ni suerte, también como lo manda Dios. Parece que en algunas partes hay, como he visto en los medios de comunicación, un grado de corrupción en el negocio de estos animales, gente poco espiritual que sale al campo y roba corderos para venderlos ilegalmente en las ciudades. La policía siempre agarra algún tipo que exagera con esa actividad ilegal.

(examinando la dentadura)

Creo que los argelinos saben más de fútbol, o al menos se emocionan tanto o más que los ciudadanos de cualquier otra nación, incluso los argentinos. Hace dos días jugó la selección argelina un partido de las eliminatorias africanas para el Mundial 2014 contra Burkina-Faso. Fue un quilombo el encuentro, y un robo el penal final que pitó un referí aún más descarado que Alvarez, que le dio el gol para la victoria 3-2 al local allá en la capital, Ouagadougou (imaginá tener que pronunciar eso todo los días – supongo que van con “Ouaga” en el día a día para poder conversar tranquilamente). Vi el partido con unos tipos muy apasionados en la cafetería del aeropuerto, ya que tuve que esperar varias horas adicionales por la larga demora mi vuelo al este del país (no me sale ni una con los aviones últimamente). Tengo que decir que se tomaron bien la derrota, tal vez porque no toman alcohol (al menos de lo que se ve en público) en cumplimiento de los códigos musulmanes. Cuando les dije “mala suerte, lo siento”, me miraron fijamente y me soltaron, muy tranquilos, “a la vuelta los vamos a aplastar” . Seguro que sí, jugando acá en casa y con la hinchada que tienen los “Zorros del desierto”, como llaman a su selección. Al famoso mariscal de campo Erwin Rommel también le pusieron ese apodo, por su tenacidad y estrategia guerrera durante la Segunda Guerra Mundial en esta parte del mundo. Por cierto, uno de los que estaban viendo el partido, un tipo con ojos azules como el mar de acá (se parece al actor Jürgen Prochnow de la peli “Das Boot”) -que además fue el que me dejo sitio para que viera la transmisión en la tele del boliche- es nieto de un soldado alemán que, como muchos otros, se escondió y se quedó en Argelia después de la derrota de los nazis a manos de los ejércitos aliados de Inglaterra, EE. UU. y Francia. Luego participó con los guerrilleros argelinos contra el ejército colonial francés durante el comienzo de la lucha armada para la independencia del país, que se consiguió en 1962. Increíble cómo se mueve el ser humano, lo que se le ocurre hacer en la vida, aunque, al fin y al cabo, supongo que no es tan raro que un alemán luche contra los franceses. Después de perder la guerra mundial, capaz que soldados alemanes como ese se aliaron a los independentistas árabes pensando en eso de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.

(Rommel)

No he visto en ninguna parte del mundo tantas camisetas de todos los equipos y las selecciones nacionales de fútbol del mundo como en las ciudades y los pueblos de este país. Además de ver muchas camisetas de clubes argelinos y de la selección local, he visto camisetas de todos los grandes clubes europeos, de Rooney, Bale, Neymar, Xavi, Iniesta, Ribery, Ibrahimovic, Casillas, Lavezzi, Özil y muchos más -muchísimas de Cristiano Ronaldo y Messi. Cuando vi la primera y casi inevitable remera de Boca en un mercado de frutas y verduras en la ciudad de Constantine, le señalé con el dedo al tipo que la llevaba, un vendedor de peras y uvas, y él me gritó “¡Boca Juniors!” con su lindo acento. Yo le contesté en castellano, “Sí, hijo, sí.” “Shnu?” (“¿Qué?”) me dice. “Boca Juniors”, digo lentamente y con poco entusiasmo. “¡Boca, Boca!”, me echó a la cara con vehemencia el pibe. “Dale. Sos bostero, che. Lo siento.” Me miró un momento, posiblemente pensando en el hecho de que el gringo le había hablado en castellano, y me preguntó, “¿Argentina?¿Boca?” “No,” le digo, “esas cosas no son sinónimas.” “Shnu?”  (“¿Qué?”) “San Lorenzo”, le dije, y bajé el cuello de mi remera para sacar el escudito del CASLA que llevo en una cadenita: “Boedo,” le insistí.

“¡San Lorenzo no!”, exclamó, “¡Riquelme sí! ¡Riquelme, le meilleur!” Y entonces le expliqué en mi mejor francés que le íbamos a dar una paliza a Boca dentro de muy poco, y a Newell’s también. Se volvió loco, riéndose como el come-ratas ‘Renfield’ en “Drácula”, y entonces me gritó aún más fuerte (te lo juro) “¡Newell’s! ¡Tata! ” “Sí, el Tata Martino”, concedí, para complacer, algo impresionado con lo que sabía el pibe. ¡Barcelona champion!”, me insistió. “Bueno, ahí también te doy la razón, hermano…,”  le dije. Que mundo, che. Quedamos bien, y nos reímos mucho los dos, en realidad. Después me dejó hacerle una foto. Ahí va el retrato del desgraciado:

(Bostero argelino)

También estuve en la lindísima iglesia de Notre Dame d’Afrique. Construída a mediados del siglo XIX, está en lo alto de una loma, arriba del barrio de Bab el-Oued, con una vista privilegiada de toda la gran bahía de Argel. Al entrar me encontré con una frase que no creo haber visto en ningún otro templo cristiano, una inscripción en un cacho de mármol que incluye un pedido a la Virgen que rece “…por nosotros y por los musulmanes”. Eso lo colgaron en 1954, casi un siglo después de la fundación de Nuestra Señora de África, y justo cuando arrancaba en serio la Guerra de la Independencia. Genial ese sentimiento, ese deseo, sobre todo acá. Habría que poner eso en todas las capillas, iglesias y catedrales del mundo. Para los musulmanes, los judíos, los hindúes, para cualquier persona de fe, y para los ateos y los agnósticos también. Para todo el mundo hay que rezar.

(en Notre Dame d’Afrique)

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FABIÁN:

La foto del hincha de Boca es genial. Puede ser árabe, argelino, pero la camiseta le da un toque especial que hace que uno se lo imagine en la Boca, cerca de la Bombonera sin ningún problema. Impresionantes las calles de Argelia, repletas de gente, animales, autos, mil cosas. Me hace recordar un viaje que hicimos con Guada a Vietnam en el 2000. A mí también me gusta la soledad y los campos inmensos, las montañas y esas cosas metafísicas, pero hay algo también de solitario al perderse en esas calles, entre tanta gente.

Hoy almorcé en el bar cuervo de Gorriti y Medrano, donde también fuiste vos y en una época fui varias veces con Kevin Power. Y cuando me iba, les dije a las chicas: “Mañana festejamos el primer título con Pizzi, nos vemos en San Juan y Boedo para festejar”. Creo que lo dije con ese convencimiento que te da el equipo, que jugando once contra once tiene que salir a maniatar a Arsenal y darle un baile como le dimos a Gimnasia. Me gustaría ganar así, holgadamente. Aunque sé que es un partido de copa y por lo mismo muy difícil. Por otra parte, también podría decir que hice ese pronóstico con la misma convicción que tiene César Vallejo cuando dice en un poema  que “se pone el piloto no porque está lloviendo sino para que llueva”. Eso, vamos Ciclón, ¡a dar la vuelta!

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VIGGO:

Finalmente pude viajar de Argel a Marruecos. Un día largo, con un par de escalas y un viaje en auto por la noche para cruzar las montañas, pero estoy contento de haber llegado. Fui con el director, un tipo muy simpático y culto que se llama David Oelhoffen, a ver el sitio donde vamos a filmar las primeras escenas. En un vallecito en lo alto, lejos de todo (¡los que más me gustan!) hay un solo edificio, la escuela rural donde mi personaje vive y da clase a los niños de la comunidad. Es un lugar hermoso, muy solitario, en medio de un paisaje montañoso, rocoso y rojizo como el desierto de La Pampa donde rodamos parte de la peli de Lisandro.

Vi la retransmisión del partido Uruguay-Argentina. ¿Viste que Maxi está para el Mundial? Bueno, la verdad es que, aparte de algunas genialidades individuales del equipo de Sabella, los Charrúas nos dieron una lección de pasión y fútbol. Edinson Cavani es un monstruo goleador, incansable en defensa, gran jugador de equipo, un todo-terreno. Siempre pienso en Lisandro cuando lo veo jugar, por la pinta y soltura física que comparten. Podrían ser hermanos. Me encantó como jugaba en Palermo y Napoli. La sigue rompiendo en el Paris Saint Germain y con su selección.

También vi a Dinamarca ganar 6-0 (4-0 en el primer tiempo) su último partido de clasificación para Brasil 2014. Se despertaron demasiado tarde, porque los otros partidos de su grupo, y de otros grupos, no salieron como precisaba el equipo de Morten Olsen. Ya fue. Lástima, porque tienen un equipo vistoso. Ese gol de carambola de los italianos en el partido anterior los mató. Me lo temía.

A lo más importante: esta noche jugamos la final contra Arsenal. Con la diferencia de hora entre Marruecos y Argentina, será tarde para mí, pero no me voy a perder este partido. Después hablamos. ¡Fuerza, Cuervo!

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FABIÁN:

Cuervo: acaba de terminar el partido, estoy demolido. Arsenal jugó con disciplina y muy metido en el partido. Ganó bien, lo que no quita que me suicidaría con balas de cebita. Apenas pude abrir esta laptop para mandarte estas líneas, ahora viene una noche larga con la cabeza a todo lo que da. Te escribo después en frío para analizar el partido de manera más tranquila. Igual pienso que la expulsión de Piatti es un símbolo de lo que pasó. Él tenía que ser el jugador diferente y salió expulsado enseguida. Increíble. Bueno, abrazos, Cuervo. Sigue el campeonato.

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VIGGO:

Gracias por la respuesta tan rápida, hermano. Me quedé mudo frente a la compu al acabar el partido. Vi que entró tu mail, pero no pude reaccionar enseguida. No hay mucho que pueda decir en este momento, excepto felicitarle a Arsenal por ganar la Copa Argentina. Hicieron lo que tenían que hacer, y aprovecharon las oportunidades que tuvieron, jugando a su manera. Nosotros no. Ahora tenemos que ponernos 100%  a sacar lo mejor que podemos del torneo de Primera División. Quedan muchos partidos, y hay que dar la cara.

P.D.

Tener que escucharlo a Julito Grondona haciéndose el gallo después del partido fue insoportable. Ahí apagué la compu.

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FABIÁN:

Hay una escena del 11/9/2001 en que unos agentes de seguridad se acercan a George W. Bush y le dicen al oído que EE.UU está bajo ataque de terroristas. El entonces presidente de ese país estaba en un colegio primario, creo. La escena está en internet. Bush queda autista, mirando un punto fijo, haciendo cosas protocolares, pero pensando en otras cosas. ¿En qué pensaba? ¿En su país, en su gobierno, en el momento que le tocó en la historia, en las órdenes que tenía que dar inmediatamente o en su vida personal, en su miedo físico? No sé. Pero cuando Arsenal metió el tercer gol yo quedé igual que él. Mirando fijo la tele que ya no me devolvía ninguna imagen del planeta Tierra.

Un estadio repleto de Cuervos con un fervor inmenso que no podía ser interpretado o incorporado por sus jugadores porque ayer no estaban a la altura de esa hinchada. Los jugadores de Arsenal, se vio enseguida, estaban jugando una final, los nuestros no. ¿Por qué? ¿En qué pensaban? ¿En su vida personal? ¿En los premios que iban a cobrar? ¿En la cumbia que escuchan? Los de Arsenal estaban concentrados, metían. Alfaro es como esos poetas menores, que, en ocasiones, tienen versos muy buenos. Sus equipos se arman de atrás hacia adelante, te dan la pelota y con disciplina matemática te esperan y te destruyen. Son humildes, y a partir de ahí crecen. En fin, con la mirada perdida, veo que entra mi hija Anita con el maletín de la doctora juguete y me dice: “Papá, te voy a revisar porque me parece que tenés algo”. “Estoy triste porque perdió San Lorenzo, hija”, le digo. Saca un estetoscopio de juguete, me revisa los ojos con una linternita de juguete que se activa con luz y agarra un recetario y me dice: “Tenés que ser de River o Boca”. “No puedo, hija, soy de San Lorenzo”, le digo. Me dice: “Bueno, yo también, entonces te voy  a dar unas inyecciones”. Entonces agarra una jeringa de juguete que está en el maletín y me la aplica en el brazo. Me río. Adiós Copa Libertadores para ver con mi viejo el año que viene, adiós festejos en San Juan y Boedo, este calor que hasta el tercer gol de Arsenal era estimulante para salir a la calle e ir caminando hasta Boedo, ahora es un compañero pegajoso y estéril para dormir. Es imposible dormir. Me siento como cuando por primera vez una chica que me gustaba me dijo que yo no le gustaba. Horrible. Necesitaría ir a un grupo gestáltico de autoayuda y que hable un hincha de River y me cuente su desgracia: “Yo estuve en el 8M en el Gallinero cuando Bergessio nos hundió y logré sobreponerme”, y después un hincha de Boca pida la palabra y diga: “Yo estuve en la cancha cuando Estudiantes nos ganó un campeonato para el que nosotros sólo necesitábamos un punto”. Y así , escuchando las desgracias ajenas y viendo que se habían sobrepuesto, encontrar algo de esperanza. El Arsenal de Alfaro te da la pelota, te dice: “Mirá, no nos interesa tener esto, usalo vos”. Y te espera de manera obsesiva, espera tus errores. No trabaja creando, trabaja construyendo antimateria. Pero logra con eso cierta autoridad que San Lorenzo, al menos ayer, no tuvo. ¿En qué pensaba Piatti? ¿Y Correa? ¿Qué piensa hoy Pizzi? Me voy mañana a Bolivia, Cuervo, pensaba irme contento pero me siento como la mierda. Allá dicen que falta el aire, yo voy a tratar de demostrar que se puede leer poesía en la altura. Perdón por este mail llorón.

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VIGGO:

Te quiero mucho, Cuervo.

Te paso un viejo poema anónimo, un canto berber de Argelia (traduzco al castellano la versión francesa de Jean Amrouche) sobre el exilio. Te lo mando para tu viaje a Bolivia, y para el viaje a la esquina de San Juan y Boedo que vamos a hacer juntos vos y yo:

Le conté mi pena a alguien que no ha sufrido

Y se rió de mí.

Le conté mi pena a alguien que ha sufrido

Y se inclinó hacia mí.

Sus lágrimas cayeron antes que las mías.

Tenía el corazón herido.

(foto: Kurt Lubinski)

P.D.:

Juan Antonio Pizzi ha estado genial con la prensa después del partido en Catamarca. Tomó responsabilidad sin quejarse, sin culpar a nadie, y se notó que le dolía la derrota como si fuera un hincha más. Tuvo la inusual nobleza de ofrecerle al club rescindir el contrato que acaban de firmar con él por si después del papelón del equipo en la final ellos veían de otra manera su continuidad como D.T.

Un capo. Que se quede.

Y las lágrimas de Romagnoli… no hay palabras. Un grande. ¡Fuerza Pipi! Vamos a por el campeonato.

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