En la cuerda floja

Fabián Casas y Viggo Mortensen

(9-24/3/2016)

FABIÁN:

Ahora me pongo a darles de morfar a los chicos y ver al CASLA en Brasil jugando la Libertadores contra Gremio.

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VIGGO:

Vi el partido. Después no dormí un solo minuto. Estamos en la cuerda floja, hermano. Otra vez teníamos las de ganar y no pudimos cerrar la faena. El equipo rival peleó más. El tiro libre de Fred fue espectacular. ¡No pueden descuidarse en la segunda parte de los partidos de esa manera! Ahora sí o sí tenemos que ganarle a Gremio en casa la semana que viene.

(Gremio peleó más)

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FABIÁN:

Igual jugamos con altura y al ataque. Les vamos a ganar a los brasileños, vas a ver. Vamos a clasificar.

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VIGGO:

Espero que tengas razón, hermano. Han pasado un par de días, y me voy recuperando de a poco.

Otros equipos tienen más suerte que el nuestro. Anteayer, por ejemplo, vi cómo el Real Madrid, con un juego mediocre tirando a malo, pudo pasar a cuartos de la Champions ganándole a la Roma 2-0 en el Bernabéu. El relato de Rubén Jiménez en Marca lo describe bien:

A cuartos con sudores

Urge que alguien en el Real Madrid bucee en el extenso archivo histórico del club y realice unos vídeos de propaganda para sus propios jugadores. Unos ciclos de cine para aprovechar la magnífica sala de la residencia y enseñar a los actuales maniquíes de la camiseta blanca lo que se juegan cada vez que la visten. Un ‘Why we fight’ a la madridista.

Porque estando la temporada como está, que el Madrid jugase ayer 60 minutos en la cuerda floja, no tiene sentido. Porque si Salah tuviera pies de futbolista y no de velocista, el final de la historia podría haber sido diferente. Porque si Keylor no hubiera sacado las alas, el fantasma del Schalke hubiera rondado el Bernabéu. Porque si no es gracias a Lucas, una vez más, Concha Espina habría derramado más indiferencia que euforia tras el partido.

Se pueden hacer dos lecturas, la optimista y la calmada. La primera habla de un Madrid que volvió a ganar, que terminó sometiendo a la Roma y que se planta en cuartos de final de la Champions con todas las de la ley. La segunda es la que la que se ajusta las gafas en el entrecejo con un dedo y suelta aquello de “Ay, el día que nos coja un equipo decente…”.

El equipo salió a la búsqueda del equilibrio con Bale en su banda y Casemiro en el centro. El brasileño actúa de apoyo del balancín. Cuando está sobre el césped, Kroos y Modric se sitúan a ambos extremos y juegan, mientras él se mantiene en el centro, haciéndoles subir y atreverse, disfrutar. Su diversión es la risa de los demás.

Pero enseguida la Roma encontró huecos, autopistas por las que aceleraba un Salah desatado. Tiene potencia para hacer rodar una bicicleta estática, pero cuando la pincelada requiere finura, no es capaz de guardar el rodillo. Dzeko perdonó a los 15 minutos y Salah antes de la media hora. Pero perdonar de verdad, de tener a la presa en la cazuela y dejarla escapar. Y el Bernabéu se impacientó.

Modric era el estabilizador de un equipo que acumulaba llegadas al área rival y disparos, muchos de los cuales obligaban a una estirada de algún aficionado. Tras el cuarto de hora de respiro se esperaba una reacción, un cambio, un algo que demostrara que el Madrid sabía que se jugaba los cuartos, en todos los sentidos. Pero no.

Salah se plantó a los cinco minutos de la reanudación en las barbas de Keylor, solito, con la espuma aplicada y la navaja afilada. Y no le tocó ni una patilla. La echó fuera de forma estrepitosa mientras 70.000 gargantas resonaban al unísono en un tragar saliva colectivo que se repetiría poco después con dos paradones de Keylor a Florenzi y Manolas.

Y salió Lucas. Bale dio para una hora y el canterano resolvió en tres minutos. Cogió un balón en banda, levantó la mirada y la fijó en su marcador como un pistolero del Oeste hubiera mirado a su enemigo en duelo. Le encaró, le rompió, devolvió la mirada al frente y encontró a Cristiano con los ojos y con la bota para cederle el 1-0.

Una vez más un chaval de la casa salvando los muebles en una situación complicada. Otra razón más para que el cambio que necesita el Madrid se cimente en Valdebebas. La revolución será canterana o no será.

James cerró el triunfo a pase de Cristiano en el 68′, un gol que le debe dar confianza. El Bernabéu le reprocha kilómetros, pero el equipo echa en falta sus gotas de magia. Y la Champions se gana con más de lo segundo que de lo primero. Los últimos 20 minutos sirvieron para despedir a Totti, al que recibió el coliseo blanco como si se tratase realmente de un partido de despedida. Se apaga y a la generación que creció imitando sus medias bajadas en el recreo le duele el DNI.

Marzo mayea para el Madrid. Todas las citas de Liga son bocas de incendio, todos los partidos europeos adquieren una trascendencia de título, de última oportunidad. En una temporada que parece escrita por el creador de Juego de Tronos, los blancos siguen salvando la cabeza gracias a la Champions. El guión es tétrico, pero Zidane dirigirá al menos un par de capítulos más en busca de un final feliz.

ruben.jimenez@marca.com

Mi viejo está peor. Voy a tener que cancelar una presentación de “Jauja” en Barcelona, y también las vacaciones de Semana Santa acá para estar con él lo más pronto posible. Parece que últimamente cruzo el Atlántico para verlo como si fuera cuestión de agarrar el colectivo 165 ida y vuelta de Boedo a Lanús. Por suerte tengo la posibilidad de hacerlo, de poder viajar constantemente para ayudarlo. Intentaré volar a Nueva York pasado mañana si consigo un boleto.

También vi un partido del Barcelona, ganándole fácilmente al Getafe. Los pases de gol de Messi, y también los pases que no terminan en gol, son casi más lindos que sus  goles prodigiosos.

El partido contra Arsenal: lo que estoy viviendo ahora en mi compu desde el Bajo Flores es una pesadilla total. No sé qué decir.

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FABIÁN:

Lo mismo: fue una pesadilla, ahora hay que esperar al martes por la Copa. Y esperemos que tu viejo esté bien, hermano.

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VIGGO:

Parece que su larga vida se le va acabando. Voy a acompañarlo en eso. Él ha hecho de todo, visto muchos lugares hermosos, y siempre se ha portado más o menos como le salía en gana en todo momento. No tiene mucha razón para quejarse. Henry viene también. Mis hermanos también estarán. A ver si se recupera un poco, pero ahora mismo está muy agotado física y mentalmente. Y tu viejo ¿cómo anda?

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FABIÁN:

Igual va él. De a poco se extingue como una computadora cuyos programas ya no son compatibles con la realidad.

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VIGGO:

Por favor dale un beso de mi parte a tu Papi, Fabián. Y decile que todos los Cuervos estamos con él.

Los hinchas de San Lorenzo vivimos constantemente a la espera de la remontada. Mirando la historia de nuestro club, siempre la tenemos que remar, siempre nos cuesta ser consistentes en lo deportivo y lo anímico. Incluso las veces que salimos campeones, casi siempre ocurrió como consecuencia de una lucha feroz, sufriendo mucha tensión. Si pudiéramos aceptar esa realidad, que la eterna pelea por remontar y la necesidad de aguantar todo tipo de presiones son la base de nuestra condición natural y cotidiana, quizá no sufriríamos tanto con los vaivenes del equipo. El CASLA está contra las cuerdas, y las cuerdas casi no dan para más, pero se avecina un momento de campeones, de la verdad. No hay otra. Como dijo el Pichi Mercier después de luchar como una fiera en la derrota ante Arsenal, “se perdieron tres puntos muy importantes… todo lo que hicimos en el primer tiempo, de tener un juego muy bueno y ser superiores, se opacó en el segundo”. Ya hemos visto esa película un par de veces en este torneo. Hay que enfocarse. Mañana en nuestra casa habrá una prueba definitiva en el partido de la Copa Libertadores. ¡Vamos Ciclón, carajo!

(El Pichi contra el mundo)

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FABIÁN:

No sabés la depresión que me agarró anoche, con mi ahijado Baltasar, en una pizzería donde vimos el partido. Estoy zombi.

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VIGGO:

Otra vez. No lo puedo creer. ¿Qué pasa con Cauteruccio? No se entiende. Bueno, él no es el único problema. No duermo, me están matando estas  absurdas derrotas al hilo. Sé que San Lorenzo volverá a jugar bien un partido entero, pero ahora mismo no parece ser capaz de hacerlo. No puedo hablar de los detalles del partido, me come la cabeza pensar en lo que vi. ¿Qué más hay para comentar? Vi una propaganda que el Cholo Simeone grabó para la Renfe (la red nacional de ferrocarriles en España), en la que muestra que no es solamente un buen técnico pero también un actor talentoso. Me vino muy bien la risa que me provocó:

¿Por qué no dirigió al CASLA el Cholo como ahora lo hace con el Atlético de Madrid?

Después, para volver a hundirme un poco, miré varias retransmisiones de recientes mítines políticos de Donald Trump, el que está ganando la campaña para ser el candidato presidencial del Partido Rebublicano en los EE.UU. Pensé que en sus discursos sonaba como una combinación de Hitler y Mussolini, pero quizá sin el mismo grado de histrionismo que tenían esos legendarios fascistas europeos. La verdad es que dan mucho miedo Trump y la creciente masa de votantes que lo apoyan, que incluye a muchos periodistas irresponsables.

Acá una de las seguidoras del candidato que lleva un carpincho en el cráneo:

Cuándo se levanta la brisa y el Donald se despeina, es una cosa de ciencia ficción:

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FABIÁN:

¡Por Dios!

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VIGGO:

“The Enlightenment view of mankind is a complete myth. It leads us into thinking we’re sane and rational creatures most of the time, and we’re not.”

-J.G. Ballard

Mirá esta caricatura de Trump, armada en un baño público de Francia:

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FABIÁN:

Creo que si gana Donald es como si asumiera Hitler.

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VIGGO:

¿Viste el partido contra Quilmes? Sigo sin poder hablar de lo que está pasando en estos partidos. El hundimiento es asombroso.

(De mal en peor)

Y que encima unos barrabravas de San Lorenzo tengan acceso y permiso para pedir explicaciones a jugadores del CASLA -¡durante 45 minutos!- es alucinante. Un lastre total. Humillante. Ruego como socio que nuestro presidente Matías Lammens les impida hacer este tipo de cosa a estos impresentables o a cualquier persona. No se puede permitir tal increpación.

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FABIÁN:

Sí, eso dicen, que les fueron a pedir camisetas, es un cáncer de nuestra sociedad. Yo creo que hay que bancar a Guede.

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VIGGO:

No deberían conseguir ni una sola camiseta estos tipos. ¿Guede? Guede, Guede. Bueno, me gusta su planteamiento ofensivo, pero no entiendo que no pueda como D.T. motivar a los jugadores para que dejen la piel en la cancha y también usen el coco durante los 90 minutos.

Otras comportamientos vergonzosos de hinchas que se han visto esta semana:

En Madrid:

http://www.losreplicantes.com/articulos/psv-madrid-lanzan-monedas-mujeres-limosna/

En Barcelona:

http://www.huffingtonpost.es/2016/03/17/arsenal-mendigos-aficionados_n_9483138.html

Pero no hay que dejarse caer en el abismo total. Mirá qué linda nota sobre el Sapo:

Sergio “Sapo” Villar: el crack que vive en la pared

Historias de vida

por Pablo Calvo

Esta es la historia de un sapito que se convirtió en príncipe. Sergio Bismark Villar, nombre intermedio de acorazado alemán pero contextura física de barquito de papel, andaba a los saltos por los charcos de Cerrito de la Victoria, barrio de Montevideo, cuando una vecina le puso el apodo.

Anfibio para jugar a la pelota, equilibrista para llevarla junto al cordón, le gustaba marcar sin hacerle foul al rival. Creció hasta 1,65 metros, jugó en el Sportivo Canillitas y en Defensor, pero cuando Peñarol evaluó comprarlo, lo descartaron por petiso, en una época en que los marcadores de punta uruguayos eran rascacielos. Desconocido en la Argentina, fue comprado por San Lorenzo en 1968, cuando no existían los videos promocionales. Casi nadie aquí lo había visto jugar. Apenas Villar cruzó el Río de la Plata (primera vez que un sapito saltaba el río más ancho del mundo), fue llevado directo a Boedo, barrio de murga y carnaval. El Sapo conoció antes el Gasómetro que el Obelisco y, desde entonces, ese estadio de madera y tango de Avenida La Plata fue el centro de su universo.

Tim, un técnico brasileño que armaba el equipo con botones y chapitas sobre una mesa, le dio la oportunidad de probarse en el puesto de marcador lateral derecho. Y la camiseta número 4 se le adhirió al cuerpo. Pegadito a la raya, con astucia y sin patadas, se quedó 13 años en el club y con 601 partidos, entre oficiales y amistosos, se convirtió en el jugador que más veces representó al Ciclón en toda su historia. Fue uno de Los Matadores, el primer campeón invicto del fútbol argentino, integró el equipo bicampeón de 1972 y se coronó por cuarta vez en 1974. Ante sus quites y salidas elegantes, la hinchada coreaba: “Y chupe, chupe, chupe, no deje de chupar, el Sapo es lo más grande del fútbol nacional”. Y tanto fue así que la Selección Argentina analizó pedirle que se nacionalizara, si total, en Uruguay, lo consideraban chiquito. Con la primera plata que ganó, cumplió una promesa: le compró un televisor a su mamá, que vivía en Uruguay, pero había nacido en La Plata. Y de la pensión que habitaba en Balbastro y Centenera, a seis cuadras de la cancha, pasó a un departamento en el Once y pudo comprarse su primer auto, un Fitito verde, parecido a un sapito.

Hoy, a los 72 años, no hay quien no lo conozca en Boedo. Cuando se acoda en la ventana del bar San Lorenzo, los motoqueros clavan sus frenos para pedirle una foto, los chicos sacan sus lápices azules o rojos para pedirle un autógrafo y el mozo no le cobra el café: “Por favor, Sapito, es un honor que vuelvas”.

Y cuando le hablan de regresos, él piensa en aquel templo que lo vio brillar. “Yo al Gasómetro lo veo. Está ahí, mirá”, invita, con la certeza de lo inapelable. Y puede que tenga razón, que el estadio cerrado en 1979 siga allí para los cuervos, como un holograma de nostalgia que se activa ante la mínima evocación. El Sapo Villar guarda en su casa, como se guarda un tesoro, un pedazo de tablón de las tribunas que lo vieron correr por la línea de cal. Se dice que hay miles de hinchas que conservan butacas, lámparas y astillas de lapacho, y que pronto volverán a unirse para reconstruir el Gasómetro.

De ese sueño, Villar es militante: participa de las campañas por la Vuelta a Boedo, se sumó a un acto multitudinario en la Plaza de Mayo para pedir la restitución histórica de los terrenos de Avenida La Plata que le quitaron a San Lorenzo durante la dictadura y fue “actor” en un corto para convocar a los hinchas, en una escena compartida con el “Toscano” Alberto Rendo.

Hoy trabaja en el fútbol recreativo del club, dando consejos a chicos de 6 a 16 años. La mayoría quiere ser como Messi, pero algún día se presentará un aspirante a marcador de punta y ése será el elegido para recibir la receta de la felicidad. Hace unos días, mientras caminaba por la calle Rondeau, el Sapo se topó con un mural de sí mismo y sus recuerdos se atropellaron. La pared, embellecida por el Grupo Artístico de Boedo, lo muestra trotando en colores al lado del Gasómetro, como en una foto en blanco y negro que publicó la revista Goles en 1971. En ese momento, una vecina salió a baldear la vereda y, sorprendida, casi se agarra una tortícolis de mirar el cuadro y el original: “¡Sapito, Sapito, somos sus vecinos, usted vive con nosotros!, ¿se da cuenta?”. Y sí, el Sapo se dio cuenta. Y el silencio se apoderó de su pequeña y estremecida figura.

Y quedó la puerta abierta de la casa de al lado del mural y salió el marido, con una camiseta que reclama el regreso del estadio. Y salió el hijo del matrimonio, que empezó a grabar una escena que ya filmó Woody Allen en la película “La Rosa Púrpura del Cairo”, cuyo protagonista traspasa la pantalla y sale a andar por Nueva York. La puerta abierta, las sillas en la vereda, la vecina que, en bandeja, convida al Sapo un vaso de Seven Up, eso es Boedo, el pequeño reino de la sencillez, la vuelta de Sergio a los charquitos que lo vieron nacer.

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FABIÁN:

Me hizo llorar.

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VIGGO:

¿Viste como va el Tomba? Como una bala, y con un juego vistoso. Lo vi jugar contra Olimpo el otro día.

En la fecha de hoy, hace cuarenta años, ocurrió el golpe de estado que estableció la brutal junta militar liderada por el teniente general Jorge Rafael Videla. El Presidente Barack Obama está en Buenos Aires hoy. Espero que pida perdón por la colaboración del gobierno estadounidense con los golpistas, cuyo apoyo fue ingeniado por Henry Kissinger, jefe de relaciones exteriores para los presidentes Nixon y Ford. Kissinger, el mismo sinvergüenza que diseñó, con la colaboración de Nixon y de la C.I.A., el golpe de Augusto Pinochet en Chile contra el gobierno de Salvador Allende, al igual que una larga lista de crímenes en países como Bangladesh, Timor Oriental, Chipre e Indochina entre otros. Como escribió Christopher Hitchens en su libro The Trial of Henry Kissinger, este hombre merece que le hagan un juicio por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, y conspiraciones para llevar a cabo asesinatos, raptos y torturas por todos lados. Hitchens también lo calificó de “mentiroso estupendo con una memoria extraordinaria”.

(Kissinger con Pinochet y con Videla)

Pero Kissinger fue, al lado de Nixon y Ford y sus socios políticos, solamente la parte más visible de un estado imperialista completamente corrupto. Después de Ford, Jimmy Carter, pese a sus débiles quejas contra los horrores de la dictadura argentina durante los ’70, tampoco hizo mucho para intentar frenar a Videla y sus perros rabiosos. La complicidad de gobiernos de los EE.UU. en el terror de estado en la Argentina entre 1976 y 1983 está a la altura de su conducta inmoral en Vietnam bajo los mandos de Kennedy, Johnson y Nixon, y en tantos países latinoamericanos, o su incondicional apoyo al terrorismo estatal de Israel hasta el día de hoy, o su falta de compasión hacia los miles de judíos que intentaron en vano desembarcar en Norteamérica huyendo de la persecución del gobierno de Adolf Hitler. Espero que hoy en Buenos Aires Obama pida perdón de parte de los que somos ciudadanos de los EE.UU. con muchísima humildad a todos los argentinos.

Hoy también hay un partido importante para la Selección contra Chile. Espero que el encuentro traiga lindo fútbol y que Messi haga cosas extraordinarias.

P.D.:

Estoy a punto de cerrar la compu y veo la noticia:

“MURIÓ CRUYFF”

Se fue un grande. No ha habido nunca un jugador igual, una mente hecha para el fútbol como la de Johan Cruyff. Que en paz descanse.

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