Pueblo y cancha

VIGGO MORTENSEN Y FABIÁN CASAS

29/7/2011

VIGGO:

Hola de nuevo, hermano Cuervo.

Volviendo de Tigre después de terminar el rodaje argentino de “Todos Tenemos Un Plan”, pasé un ratito a ver la exposición “Tecnópolis”. Impresionante. Lleno de gente, muchas familias y un montón de niños. Espero que la pongan por lo menos cada dos años. Si la “Rural” puede ocurrir todos los años, supongo que “Tecnópolis” también puede tener una continuidad en Buenos Aires. No había visto mucha mención de “Tecnópolis” en los medios, al menos si comparamos con la extensa promoción de la Exposición Rural. La Rural es especial también. Recuerdo que mi viejo nos llevó a verla a mis hermanos y a mí una vez cuando tendría unos siete años, y que me impresionaron la cantidad de animales excepcionales, y especialmente la doma de caballos. Creo que caben fácilmente las dos exposiciones en una gran ciudad. Me alegro de haber bajado de la autopista para ver una muestra tecnológica tan amplia y bien organizada como es Tecnópolis. Es gratis y muy interesante. La recomiendo.

También pude visitar la Capilla Lorenzo Massa en nuestra ciudad deportiva para afinar algunas cosas con el arquitecto y, cuando ya me iba, lo vi por casualidad al Bambi. Me dijo que a lo mejor podría hablar con nosotros para la página web de San Lorenzo. Estaba alegre, charlando con los hinchas después de presenciar un entrenamiento. Un guapo eterno.

¡Qué revuelo con la selección y la AFA, y con la elección porteña! Cuánto autoengaño, cuánta arrogancia. Mentiras por fuera y decepción bien adentro… me asombra la torpeza mediática, la guita gastada en malabarismos vergonzosos y poco originales.

Don Julio y los juguetes rotos, sus títeres ineficaces y desarraigados…

Durán Barba y Macri, malísimas copias del circo propagandístico de George W. Bush organizado por Karl Rove…

“I don’t want to know who I am any more. I don’t care. I don’t want to know. Everything I found out, I want to forget. I don’t care who I am or what I did.”

(“Ya no quiero saber quién soy. No me importa. No quiero saber. Todo lo que averigüé, lo quiero olvidar. No me importa quién soy ni lo que hice.”)

-‘Jason Bourne” (“The Bourne Identity”)

Hay momentos en los que uno casi podría creérselo todo, todas las mentiras descaradas, solo para poder dormir una noche entera en paz. Es entendible que tanta gente prefiere no informarse. La información que le llega al ciudadano suena tan sórdida a veces, y casi todos los políticos tanto como los directivos del deporte más popular parecen ser unos charlatanes. ¿Quién no se cansa de vez en cuando de preguntar por los motivos, de oler de cerca tanta canallada sociopática?  Como en cualquier periodo de guerra (¿hay otro periodo?), siempre hay individuos y grupos que, aprovechándose del caos que desean y generan, viven del autobombo y la santurronería mientras se llenan los bolsillos sin pensar en la gente. Me parece que algunos se mantienen en posiciones de poder año tras año solamente a base de (y con el propósito de) alimentar la desconfianza y la inseguridad. Mucha bandera y poca patria. Batista ya sirvió de cachetazo a Maradona, y ahora tiene que desaparecer. A Filmus lo complican y lo atropellan con manipulaciones propagandísticas reforzadas por los mayores y más conservadores medios del país. Hace más de dos siglos Rousseau escribió la siguiente frase para un personaje de su obra:

“Por más grosera que sea una mentira, señores, no teman, no dejen de calumniar. Aún después de que el acusado la haya desmentido, ya se habrá hecho la llaga, y aunque sanase, siempre quedará la cicatriz”

No parecen haber cambiado las tácticas de los que desean el poder político sin tener un interés sincero en el bienestar de la ciudadanía. Creo que la corrupción y el desgaste de talento que ha promocionado la AFA de Don Julio los últimos 30 y pico de años ha sido el status quo casi permanente en la ciudad-estado de Buenos Aires. Casi siempre, desde su fundación, ha sido un reino político-económico que hasta cierto punto se ha aprovechado del país económicamente mientras se mantenía algo por encima de él. Pero el equipo de Macri que ha tenido el mando de la ciudad los últimos cuatro años es un caso algo nuevo, desde mi punto de vista. Una organización política que imita lo peor del modelo del Partido Republicano de los EE. UU.

(Aviso a los lectores que estas son mis opiniones, y no las del CASLA, obviamente. Sé que algunos no estarán de acuerdo con lo que digo en este espacio. Tienen derecho a opinar, igual que yo. Nadie está obligado a leer lo que se escribe acá. Ni yo ni el CASLA van a censurar lo que se cuelga en SOBREVUELOS, ya que, aunque lo generan Cuervos, es un rincón aparte y de libre pensamiento.)

De lo que veo/escucho/leo, es ya rutinario, por repelente que sea, el comportamiento de los que le manejan la campaña a Macri: las trampas electorales, manipulaciones mediáticas y la resistencia al debate abierto, entre otras cosas torpemente copiadas del manual del equipo de George W. Bush, encabezado por el maquiavélico Karl Rove. Al igual que “W”, Macri es un tipo que difícilmente disimula su arrogancia clasista, que se muestra bastante despreocupado por (para no decir orgulloso de) su ignorancia de la historia reciente y las necesidades de los ciudadanos. Los dos son oportunistas que, para consolidar y fortalecer carreras políticas que anteriormente habían sido poco llamativas, acordaron ser manejados por comerciantes y políticos nefastos. El clásico pacto faustiano. La verdad es que no sé si Macri o Bush eran buenos tipos que se envenenaron, o si siempre han sido sinvergüenzas. No importa. Lo que me importa son sus comportamientos deshonesto y dañino como jefes de gobierno, y sus campaña sucias contra otros candidatos para quedarse con el poder. Me imagino que algunos de los que han seguido votándolo a Macri se darán cuenta en algún momento, como ocurrió con el último presidente Bush, del daño que ha hecho su política.

Y Grondona, ¿Cuándo se irán Don Julio y su familia para que se pueda limpiar un poco la organización estructural del fútbol en la Argentina?

Batista se arrodilló desde el principio de su mando (condición de empleo, supongo), y le cortaron la cabeza.

Messi sigue pasándole la pelota a todo el mundo, dando el alma por la camiseta aunque siga mal acompañado en la cancha y algo menospreciado por los medios e hinchas compatriotas.

Filmus sigue haciéndole preguntas al gran vacío, sus denuncias bien medidas e informadas rebotando innocuas contra los mil y un afiches amarillos de falsa bienvenida a “vos”, “vos”, “vos” y cualquier ciudadano que admire a un necio de jeta medio atractiva que va ¡sin corbata! para bien pulidas puestas en escena.

Y ¿qué van a decidir los porteños?…

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FABIÁN:

Querido Viggo: tu carta me hizo acordar una frase del Baruch de Spinoza que me parece muy precisa: los políticos son seres impotentes que utilizan la tristeza de la gente para gobernar. Hoy es un día atípico: hace un calor letal y en la radio anuncian que puede caer granizo. La ciudad parece un set de la película Blade Runner. Hace dos días pasé con mi hija Ana, de casi un año, por la parroquia Santa Cruz, del barrio de Boedo. Se me ocurrió bautizarla. ¿La conocés a esa iglesia? es una construcción medieval, muy hermosa y sus curas durante la dictadura fueron muy resistentes; en esta iglesia se reunieron por primera vez las Madres de Plaza de Mayo para resistir. A esta iglesia me traía mi padrino y si bien no soy un católico constitucional (detesto al Papa, que para mí es el gerente de contenidos de la iglesia) soy un creyente profundo, un devoto de esta iglesia. Te confieso que me cuesta mucho hinchar por la selección Argentina. Tengo una mala experiencia vital de lo que hace el fútbol cuando se nacionaliza y empiezan con la cantinela de los himnos. Escuché el himno en la radio cuando la dictadura le dio el golpe a Isabel Perón, el himno sonaba a todo lo que da en la radio cuando una mañana bajé de mi pieza y mi viejo me dijo, alborozado, que habíamos reconquistado Malvinas. El himno se escuchaba a cada rato en ese frío metafísico y duro del Mundial 78 mientras la gente festejaba y se secuestraba y mataba a granel. Odio el chauvinismo. Para mí el lugar ideal es el bar de la Guerra de las Galaxias, ahí donde se juntan mujeres con tres tetas y hombres con cabeza de pescado o traficantes de la galaxia de Andrómeda. En la diversidad, en la mezcla de culturas, surge la vida intensa que me encanta. Donde son todos rubios o todos negros, es decir donde se busca la pureza sólo hay fascismo. Fijate que hasta la naturaleza es de derecha, ya que según sus planes los débiles tienen que ser sacrificados en favor de la pureza de la manada. La izquierda es como un tumor. Es la información no clasificada. La izquierda debe ser servicio por el otro, eliminación del yo, de la importancia personal. Hace poco soñé que el Casla jugaba -por esos trucos del inconsciente- un mundial. La noticia sorprendía a todos. Decían que se iba a permitir jugar a San Lorenzo con las selecciones del mundo. En el sueño yo le decía a mi viejo: “ahora sí voy a poder hinchar por alguien en un Mundial!’. El club es algo atávico, es un territorio pasional que no entiende de fronteras, a mí la camiseta de San Lorenzo, su color, en un día de sol, me puede hacer llorar de emoción. Bueno, vos en la última película de Cronenberg encarnaste a Sigmund Freud, ¿cómo interpretarías mi sueño?  Con amor, Fabián Casla.

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¡Ese sueño me parece genial! Para mí no tiene nada de malo ni de inseguridad. No creo que Sigmund le pueda encontrar ninguna vuelta de frustración o daño sexual. Es un sueño de niño, como el de ganar una medalla olímpica, de llegar primero a un maravilloso valle o planeta desconocido, de meter el gol que le da la copa a San Lorenzo.

Estoy totalmente de acuerdo con vos, Fabián, con respecto al nacionalismo. Y con Orwell, que dijo: “Los nacionalistas no sólo no desaprueban los hechos atroces realizados por su bando, incluso tienen una capacidad increíble para ni siquiera oír hablar de ellos”. Mirá lo de Breivik en Oslo, defendiendo el honor de la patria y la supuesta pureza racial y cristiana con una islamofobia espantosamente detallada.

Para mí lo de la selección de Argentina es un poco complicado. Aunque no me parece nada bien el nacionalismo (me gustaría que no existieran ni los pasaportes ni las fronteras), lo de la selección me afecta a causa de mi historia con el país, y hasta cierto punto es parecido con Dinamarca y su selección. Pasé unos años importantes en Dinamarca, y soy ciudadano por mi padre. Tengo un vínculo especialmente fuerte con mi familia allá y he tenido experiencias lindas viviendo en Copenhague y otros sitios. Incluso me gusta mucho nuestra Reina Margrethe, aunque no soy un gran aficionado del monarquismo en general. Es una mujer culta y talentosa, muy comprometida con respecto al bienestar de los ciudadanos daneses, las artes, ciencias y el medio ambiente. La relación del pueblo danés con la casa real es mucho más cercana y relajada que la de otros pueblos con sus reyes y príncipes — especialmente comparado con el caso de Inglaterra, por ejemplo. El patriotismo en Dinamarca es menos ofensivo que el de muchos otros países, aunque es cierto que ha aumentado un poco la xenofobia desde el periodo que Anders Fogh Rasmussen, actual Secretario general de la OTAN, fue primer ministro entre 2001-2009. A pesar de la resistencia de la gran mayoría de los ciudadanos, él metió a Dinamarca en las guerras de Irak y Afganistán.  Muy parecido a lo que ocurrió con Aznar en España, que, como Fogh Rasmussen, es un gran admirador de G. W. Bush y su rapaz política exterior. Todo ello ha cambiado la relación de los daneses con otras naciones, especialmente con los de mayoría musulmana, pero confío en que este desequilibrio reciente se rectificará. Como digo, los daneses son generalmente pacíficos y culturalmente abiertos. Perdoná la digresión sociopolítica. A lo que voy es que tengo una conexión fuerte y algo irracional con Dinamarca también. Por cierto, hay mucha tradición futbolera en esa nación de 5 millones de habitantes. La federación nacional se fundó en 1889, y los daneses son iguales de locos con relación al fútbol que los argentinos.  Allá también es el deporte rey. Durante cualquier mundial, esté o no la selección danesa en el torneo, el fútbol paraliza a medio país.

En 1978 yo trabajaba en una fábrica en Copenhague.  Antes del arranque del mundial les aposté unas 300 coronas y una caja de cerveza a mis compañeros de trabajo que Argentina iba a salir campeón. Pensaban que estaba loco. La mayoría apostaba por Holanda, Alemania o Brasil. Yo no había estado en Argentina desde 1970, y la extrañaba mucho. Aunque lo que iba aprendiendo sobre la dictadura me causaba mucho dolor, no podía evitar lo que sentía, esa añoranza de niño por Buenos Aires, por el Chaco, el campo, los ríos, San Lorenzo, el castellano nuestro, y tantas otras cosas. La nostalgia por lo argentino me provocaba mucha emoción cuando en la TV danesa veía a Kempes y los otros con la remera albiceleste. Mucho después, al enterarme de la manipulación del partido contra Perú, me sentí defraudado. No me gustan las trampas. Cuando pierde la selección argentina o danesa, me pongo casi tan triste como cuando pierde San Lorenzo. Casi. A pesar de la profunda desconfianza que me causan los nacionalismos y los discursos conservadores llenos de referencias religiosas y patriotas que separan a los pueblos, soy hincha prácticamente incondicional del CASLA, Det Danske Landshold, y la Selección Argentina. Como vos, soy capaz de aplaudir la buena jugada del adversario; no odio a nadie, quiero vivir un buen partido y una vida que me desafíe y me enseñe de todo.  Pero quiero que ganen San Lorenzo y las selecciones que he adoptado como mías. Una vez me preguntó un periodista danés qué haría si Dinamarca y Argentina se enfrentaban en un mundial. Dije que me haría una camiseta mitad y mitad de los dos equipos. Al año siguiente un señor me dio una así. La usaré alguna vez, y me divertiré hinchando por los dos equipos. Aunque les deseo suerte cuando juegan los de la selección de los EE. UU., nunca sería capaz de apoyarlos contra Argentina o Dinamarca.  Cosas absurdas de mi crianza y los lazos personales que tengo con esos países, aunque haya nacido en Nueva York.

Boca Jrs. tomó prestados los colores de la bandera sueca que ondeaba de un barco en el puerto de Buenos Aires. Cualquier partido entre Dinamarca y Suecia es como un River-Boca, y por eso también me encanta que los tengamos de hijos a los bosteros. A River me gusta ganarle, pero no tanto como a Boca. Brasil es para mí casi lo mismo que Boca y Suecia en lo futbolístico a causa de sus remeras amarillas y pantalones azules . Deseo que Argentina, San Lorenzo y Dinamarca jueguen muy bien en sus respectivos clásicos y que los ganen siempre. Es ridículamente infantil, lo sé, pero también te puedo decir que siento este tipo de tribalismo sin rencor. Tengo queridos amigos brasileños, suecos, y bosteros. Brasil y Suecia son países que tienen algunos de los lugares más hermosos del mundo, y La Boca tiene mucha historia y encanto. Es puro juego lo que me anima. Como cualquier niño tomo los juegos muy en serio a veces, pero sin querer hacerle daño a nadie o que me dañen a mí. También quiero que ganen siempre en el rugby los All Blacks de Nueva Zelanda, incluso contra los Pumas pero especialmente contra Australia e Inglaterra, pero ese es un tema para otro día…

El himno argentino y casi todos los otros menos los que no tienen letra, como el de España, me parecen más o menos terribles por su sus palabras. La idea que un país es el elegido por algún dios, el supuesto valor de morir matando para acceder a una gloria empapada de sangre y la celebración de lo bélico en general son boludeces peligrosas nomás. Sé que a muchos españoles, catalanes, vascos y otros el himno español no les gusta demasiado por lo que les recuerda del legado franquista, pero como tema musical no me suena del todo mal. Me encanta que Messi no cante el himno — que se jodan los que lo critican por eso — pero quiero que salga campeón mundial con la remera número 10 de la selección.

Al fin y al cabo me parece que somos criaturas de un incomprensible universo, unidos en mayor parte por nuestra ignorancia de infinitos misterios. No somos de nadie ni de ninguna parte, pero algunos somos Cuervos para siempre. Así volamos.

Cuando los generales mandaron a los pibes argentinos a invadir Las Malvinas, el día después del cumpleaños número 74 del CASLA, yo estaba empezando con la actuación. Estaba en Londres, donde me habían enviado para hacer mi primera prueba con cámara para un papel protagonista en una película norteamericana. No tenía la menor idea de lo que uno debía hacer en tal prueba, y no conseguí empleo con esa ni con las 20 y pico otras pruebas para personajes importantes que hice en los primeros años de mi carrera como actor. Pero me lo tomé muy en serio, e hice mi trabajo lo mejor que pude en ese momento. Fue divertido y un lujo total pasar unos días en Londres con una habitación de hotel pagada por otros mientras ensayaba y rodaba las escenas de la prueba. Fui a ver “Taxi Driver” 3 veces seguidas un domingo en un cine pequeñito de Soho. Esa es una película genial con un trabajo extraordinario de Robert De Niro. Nunca la había visto antes, y me impresionó muchísimo. Caminé mucho por Londres, visitando un poco sus parques, museos y “pubs”. En fin, una linda aventura inglesa para mí hasta que salí una mañana muy temprano a comprar el diario, y me encontré con afiches cerca de los kioscos llamándoles sinvergüenzas y nazis a los argentinos. Había estallado la guerra por Las Malvinas. Compré todos los diarios. Los más derechistas o sensacionalistas glorificaban a la Primer Ministra Thatcher (que mejoró dramáticamente su falta de popularidad con su contundente respuesta militar a la invasión argentina) y mostraban una especie de desesperación por provocar el patriotismo ciego. Lo que siempre se ve en cualquier país a pie de guerra — especialmente un país que ha dejado de ser un imperio dominante, como era el caso de Gran Bretaña y como está empezando a ocurrir con los EE. UU. desde hace 10 o 15 años a pesar de su inmenso arsenal bélico.  En la Argentina mucha gente, incluso la que estaba en contra de la dictadura, se enfermó por un rato con esa sed de guerra y las ganas de arrebatarles las islas a los ingleses por la fuerza en vez de la diplomacia y la razón. El odio hacia los argentinos en general era palpable en las calles londinenses ese abril de 1982, y el regocijo británico por estar haciendo guerra de nuevo en el mundo. “Les vamos a dar una paliza a esos sudacas de mierda”. Me molestó mucho. Y el uso del nombre Falkland Islands en vez del que yo había aprendido en mi infancia escolar – Las Malvinas – también me jodía. Por eso me encantó en su momento la “Mano de Dios” en el mundial de 1986 (pero ahora no porque, como digo, no me gustan las trampas), y aún más el segundo gol de Diego a los ingleses — el del “barrilete cósmico”. Al final no te llena de nada, no te aporta nada a tu vida la abstracción emocional negativa, esa descarga de hostilidad. Tenía toda la razón del mundo Savater cuando escribió que  “Ser internacionalista es estar racionalmente convencido de que la división en naciones -que no tiene nada de natural- no hace sino impedir la emancipación humana y que el mito patriótico-nacional sirve siempre para legitimar en el poder a la oligarquía más abyecta y rapaz”.

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FABIÁN:

Viggo: ¿Conocés la placita Butteler? es uno de los lugares más extraños de Buenos Aires, de hecho, si no estás advertido podés pasar de largo sin verla, ya que está escondida, como si fuera el carozo de una manzana, cruzada por las avenidas Caseros y avenida La Plata y la calle Zelarayán por el otro lado. En una novelita que estoy escribiendo donde unos chicos de un colegio secundario son captados por un preceptor demoníaco, las encrucijadas, esos lugares donde uno hace un pacto con el diablo a cambio de algo, suceden en esta plaza genial, a la luz de la luna. Hay una parte de la hinchada del Casla que para en esa plaza. Desde chico me encantan los lugares donde la ciudad parece perder pie, zonas que no comunican a ningún lado o edificaciones viejas que parecen abandonadas pero que son habitadas de manera extraña, por nómades urbanos. Hablando de nómades urbanos, me cuerdo cuando mi viejo me dijo: ¿Vamos al cine a ver una película donde llega el fin del mundo y sólo se salva un hincha de San Lorenzo? La peli era la Carretera, basada en la novela de Cormac Mc Carthy. donde actuás vos que yo supongo que eras el hincha del Casla que se salva. Pero mi viejo se entristeció cuando hasta vos morís en la peli. Enfrentarse a la mortalidad es la prueba definitiva. Me gustaba la enseñanza de los brujos de Sonora que decía que la muerte siempre caminaba a un brazo de distancia nuestro, que uno podía hacer ejercicios para intentar verla. Esta percepción, al contrario de hundirte, debería ponerte en estado atención. Con la muerte a un brazo de distancia, la vida debe ser más auténtica ¿no? te adjunto una foto que me sacó Pedro Mairal en la Butteler. Abrazos.

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VIGGO:

Hola Fabián,

Claro que conozco a La Butteler. Va a todas partes, nunca falta. ¡Qué linda la foto! Me encanta que podamos compartir estas cosas. Juan Carlos el tachero que recién me llevó al aeropuerto es un cuervo fanático, que se deprime totalmente — igual que nosotros — cuando le va mal a San Lorenzo. Paramos a tomar un café en el Pugliese, esquina Carlos Calvo y Boedo, y hablamos de la granja de su viejo, socio del CASLA de toda la vida que vino de Tucumán e hizo Cuervos a todos sus hijos. Juan Carlos tiene Cuerva a su familia entera también, menos a su esposa, que siguió siendo Bostera. Sus hermanos se casaron todos con Cuervas. Un ejército azulgrana. Lo conocí la semana pasada cuando me llevó de Bajo Flores a Tigre. Él tenía tantas anécdotas sobre el Viejo Gasómetro (se crió a pocas cuadras de la cancha) y todos los jugadores, sus lesiones, desventuras, momentos de pena y gloria desde fines de los ’50… un tesoro de recuerdos, inagotable fuente de información sanlorencista, especie de enciclopedia ambulante. Seguí todo el día dando vueltas con él, escuchando y de vez en cuando haciéndole preguntas sobre los partidos que vio de los Camboyanos, los Matadores, los Carasucias, el equipo campeón del ’59 con el Nene Sanfilippo. Me llevó a Tecnópolis, fuimos al lindo bar que mantiene “El Cuervo” en Tigre, un embajador muy apasionado del CASLA. Está en Belgrano, a un par de cuadras de la Avenida Liniers, cerca del centro. Pero El Cuervo no estaba. Es un sitio que conocí durante el rodaje, donde podía tomar un trago, hablar y aprender de un hincha a la muerte, ver partidos de la Copa América en una pantalla enorme, y también verlos jugar a los chicos del club en la cancha detrás del bar. Mientras le esperábamos al Cuervo, admiramos los banderines de Primera y de la “B” que tiene el bar, las fotos de La Oveja Telch y otros grandes, los afiches de viejas películas, las cargas a Bosteros y Quemeros, etc. “Ya vuelve El Cuervo en 10 minutos”, nos iban diciendo durante media hora los socios que nos acompañaban con un trago. Finalmente tuvimos que irnos sin haberlo saludado porque yo tenía que volver a capital. En el taxi hablamos y hablamos de San Lorenzo — como hicimos vos y yo la noche que nos presentó Gustavo en la confitería. Una de las muchas cosas que me contó era una versión muy detallada de la noche que supuestamente pasó el Bambino antes de meterle 4 goles (el quinto fue anulado) a Boca. Que estuvo en un cabaret que se quemó, que rescató por lo menos una mujer del sitio, y que llegó a la cancha sin haber descansado nada. Los hinchas sabían que no había dormido antes del clásico, y él, temiendo lo que pudiera ocurrir si fallaba en la cancha ese día, se hizo una fiera. A lo mejor no hubiera metido ningún gol si hubiera dormido como los demás. El miedo puede ser una gran inspiración. ¡Habrá que ver lo que dice el Bambi de esta historia algún día…!

Y ¿qué te parece el plan de juntar los equipos de primera con los de la “B”, creando un torneo de casi 40 equipos? Si yo fuera de River me daría una enorme vergüenza. Una jugada corrupta y cobarde en mi opinión. Un insulto a San Lorenzo, Racing, e Independiente. Todos ellos tuvieron que sufrir el descenso y volver por mérito propio, con mucha garra y el apoyo legendario de sus hinchadas. No creo que hubiera hecho esto la AFA si se trataba solamente de Quilmes, Huracán, Gimnasia & Esgrima y otro que no fuera Boca o River. Como dejarle a River jugar contra Belgrano con público en el Monumental después de lo que ocurrió en el partido de ida en Córdoba por la promoción: un mimo inaceptable. Parece que hay mucha oposición popular a la idea de meter a la “B” en primera. Capaz que no lo hagan al final. Eso espero.

Abrazo,

viggo

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FABIÁN:

Querido Viggo: cuando vuelvas al país te voy a llevar a conocer a un amigo mío, peluquero, que gusta de los libros de autoayuda. Está todo el tiempo imaginando cómo mejorar su negocio y por eso  busca en la páginas de estos libros, secretos casi cabalísticos para poder romperla. Se llama Mateo y en su escritorio de la peluquería, en medio de los diarios, el mate y las tijeras, hay siempre una pila de textos del tipo “No diga sí cuando quiere decir no”, “Cómo encontrar la felicidad interior”, “Combustible espiritual” o “Tus Zonas Erróneas”. Como buen lector de autoayuda, le da siempre vueltas a las frases, tratando de sacarle agua a las piedras. Un día me dijo: “le pido todos los días a Dios que nazcan pibes con dos cabezas”. Esa frase me pareció genial si era tomada como un deseo literal, de la misma manera que la Metamorfosis de Kafka gana densidad cuando la leemos como un relato realista y no como fantástico. Te cuento todo esto porque hoy Mateo me mostró una foto del diario Olé donde se veía en primer plano el anillo de Julio Grondona donde se lee este haiku: “Todo pasa”. Le intrigaba ese slogan. Me dijo: ¿Qué quiere decir para vos todo pasa? ¿Es buena la frase o es mala? ¿es como cuando vos me hablabas de ser “el eterno principiante”?. Yo le dije que había ciertas frases que no eran ni buenas ni malas, que sólo se podían calibrar en función de la boca que las emitía. Ejemplo: no es lo mismo que diga “Todo pasa” John Cassavettes, el Lobo Fisher o el jefe de AFA. Para Grondona, uno imagina, que esa frase tiene un contrapeso que , por pudor, no está escrito en ningún lado. Y ese contrapeso es “Menos yo”. De alguna manera la frase del señor del anillo, esa sentencia heraclitiana que habla del devenir incesante, no ha logrado hacer mella en la larga carrera del ferreto de Avellaneda. Julio Grondona salta de una liana a otra, y puede ser oficialista como opositor -siempre midiendo como un gran tiempista- y hasta ahora no se conoce al dirigente que pueda hacerlo abdicar. Antes del mundial el pueblo quería a Maradona, listo, les puso al gordo. Practicó el gordismo hasta que el gordismo se comió cuatro contra Alemania. Ni lerdo ni perezoso tiró la cadena y a otra cosa. Para Grondona no existen los proyectos, las tertulias democráticas. Apostar al riesgo en función de las cosas que tienen corazón. Estoy convencido que tampoco le importa el fútbol. Una pena. te mando un abrazo, Viggo. ¿Cómo va la película?

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VIGGO:

Hola Cuervo,

Vamos bien, recién arrancando con los planos interiores que — cosa rara de las filmaciones y sus coproducciones — se ruedan en pleno verano alicantino de casi 40 grados aunque representarán un departamento en el centro de Buenos Aires en invierno. Claro que adentro rodamos con temperaturas más bajas, gracias al aire acondicionado que ponen en los estudios. La ilusión se mantiene. Ahora estamos rodando el encuentro de los dos hermanos gemelos que interpreto, así que estoy tranquilamente partiéndome en dos para que se divierta la diosa Thalía. Otra cosa bastante rara — o de lo más normal — ahora que te referís a La Metamorfosis de Kafka, es que ese libro lo estoy leyendo en una escena de la película esta semana. No sé si ese o los otros libros que hemos elegido para los personajes se verán, pero siempre me divierte explorar lo que leen o les interesa a los personajes que me tocan hacer en este oficio. El cuento de Kafka es una obra maestra, que para mí es difícil de fijar en un género. Un cuento aparte. Me interesaba porque uno de los hermanos se va transformando poco a poco, pasando por una mutación interesante, desde muy adentro. En mi cuaderno tengo frases copiadas de ese libro. Dos de ellas:

“Las noches y los días de Gregorio se deslizaban sin que el sueño tuviese apenas parte en ellos. A veces, ocurríasele pensar que iba a abrirse la puerta de su cuarto, y que él iba a encargase de nuevo, como antes, de los asuntos de su familia.”

y

“Quería poder estar a un tiempo en todas las puertas, pronto a saltar sobre todos los que pretendiesen atacarle. “

Bueno, gracias por la charla, Fabián. Hasta pronto.

Un beso,

Viggo.

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FABIÁN:

Horla City, 29 de julio

Dear Viggo: Hoy al mediodía estuve desayunando en el bar de San Juan y Boedo. Caminé desde mi casa hasta ese bar unas 25 cuadras. Iba llevando el carrito donde dormía mi hijita Ana Casla. En ese trayecto estuve a punto de morir como nueve o diez veces. La ciudad de Buenos Aires está fuera de control. Es intransitable, incruzable (los autos se multiplican como en un cuadro de Esher) y sus habitantes son personas que se preocupan muy poco por los demás. Una pena. Los cuatro años de Macri no sirvieron para nada. Es raro, salvo las bicisendas, no parece que haya habido algún tipo de gestión. Me da la sensación de que todo sucede para Macri (y para mucha gente) en los medios. Antes uno tenía vida privada. Creo que hay que volver a eso. A tener una profunda vida privada. Ahora hasta las cosas más íntimas se ventilan en la web. La vida se volvió absolutamente pornográfica.  Y a esto lo acompaña una gran pérdida de experiencia. Ya casi nadie tiene experiencias. Se tweetea todo lo que se está haciendo (“acá estoy con mi hijo…” “Hoy salí a comprar…”) y si se va a ver un grupo de rock se le antepone a nuestro ojo una cámara del celular para filmarlo. Cuando lo mejor sucede porque puede desaparecer para siempre. en esta época en la que está todo filmado, todo registrado, el cine tiene por delante un desafío notable: devolverle ontología a su ser.  Gran abrazo, V.

PD: encontré una foto en la que estás con mi viejo en la cancha, te la mando.

(viggo y papá)