Tiempos distintos

Viggo Mortensen y Fabián Casas

Enero, 2014

VIGGO:

¡Felíz Año, Cuervo!

¿Desde el cielo se ve mejor? ¿De arriba? ¿Lejos de la Tierra? Creo que no, aunque desde años, volando por todo el mundo, he podido ver glaciares y bosques inmensos que no llegaré a explorar a pie, he sonreído con mi frente pegada a la fría ventanilla de plástico a los seis años y a los cincuenta y cinco, me han dejado atónito la belleza de paisajes extraordinarios, la infinidad del cielo, y también la destrucción de montañas, selvas, ríos y mares, ese desastre medioambiental que vamos desarrollando poco a poco los seres humanos. Aunque sé que la combustión de los motores del avión contribuyen al desgaste ecológico, me gusta ver las nubes alumbradas por la luna, me reconforta ese zumbido que hay adentro de un avión, la soledad y el cese del tiempo lineal que creo vivir mientras los otros pasajeros duermen y yo imagino lo que sería  un paseo solitario en cada estrella.

Esta noche tengo la suerte de estar volando otra vez, cruzando el Atlántico para estar con mis padres. Se nubló tanto que ya no veo nada afuera. Bueno, solo veo un negro profundo y el parpadeo de la luz roja en la ala del avión. Creo recordar que la otra ala, la del lado izquierdo, tiene una luz verde. No la veo ahora porque las ventanillas están tapadas al otro lado del pasillo. Creo que soy el único pasajero que no duerme en este avión, y por un momento imagino que puedo ser el único ser humano despierto en todo el mundo. Através del sistema de video que tienen programado, estoy mirando de reojo la superproducción de Brad Pitt, “World War Z”, una de esas excursiones financieras descontroladas y de poquísimo arte que siguen produciendo cada año consorcios de personas privilegiadas apostando enormes cantidades de dinero para alcanzar una especie de enorme felicidad imaginaria vinculada a éxitos económicos inimaginables.

Hay casos de superproducciones cinematográficas que han llegado a ser muy buenas películas, pero eso no es nada habitual. Suelen ser una mierda poco saludable, como el “fast-food”, la comida rápida/basura que podés agarrar en todas las ciudades del mundo, pero tienen un lugar permanente en nuestros cuerpos y nuestras culturas. Películas como “World War Z” también pueden adquirir, gracias a la perversidad del ser humano -al menos el que es crítico de cine-  el estatus de película de “culto”, pueden terminar siendo valoradas como joyas perdidas que los supuestos expertos han decidido rescatar del olvido. Casi me dormí, pero al final la estoy viendo entera. No es ninguna joya, pero me he divertido un poco viendo otra visión apocalíptica del cine norteamericano, esta vez con zombies, esos bichos que, al igual que los vampiros, están gozando de una nueva ola de popularidad en series de televisión de habla inglesa. Esta película no abarca ningún tema existencial de manera original o sutil, pero tampoco me molesta verla. Es un viajecito, un cuento más, una distracción con escenarios llamativos.  Aunque se supone que esta es más o menos “seria”, me recuerda un poco las horribles pero divertidas producciones de los ’70 como “The Poseidon Adventure” (“La aventura de Poseidón”) o “The Towering Infierno” (“Infierno en la torre”), grandes proyectos poblados con figuras del estrellato hollywoodiano del momento. También parecían más o menos serias esas películas cuando se estrenaron – al menos me parecían serias a mí, con mis doce o trece años. Hay muchos que dicen que la culpa de la ola de superproducciones de Hollywood que florecieron en los ’70 y siguen dominando en los multi-cines de todo el mundo es de Steven Spielberg y George Lucas porque se supone que todo eso empezó con “Jaws” (“Tiburón”) y “Star Wars” (“La guerra de las galaxias”). No estoy de acuerdo. Para mí que ya había empezado eso en los ’50 con las épicas producciones “bíblicas” encabezadas por Charlton Heston, o películas como “Around The World in 80 Days” (“La vuelta del mundo en ochenta días”), y en los ’60 con películas como “Cleopatra”, entre otras producciones carísimas llenas de estrellas del cine anglo-sajón y algunos “extranjeros” como Cantinflas.

Creo que siempre han existido producciones teatrales y cinematográficas, de calidad artística muy variada, que han intentado reunir a actores de renombre para atraer al espectador en busca de diversión -como siempre ha habido clubes de fútbol o de básket con billeteras grandes que han intentado construir equipos “galácticos”, equipos que a veces funcionan bien en lo deportivo y a veces no. Además, no se ha destrozado nada con el aumento de superproducciones en el cine. Hay cine para todos los gustos, y los cuentos que a uno le pueden interesar se siguen produciendo y se podrán encontrar tarde o temprano, se desenterrarán, se harán “remakes” de algunas, y volverán a caer en el olvido. Son ciclos nomás. Al fin y al cabo poco importa que se haga o no una película como “Jaws” (“Tiburón”) o “Batman XVI”, o una adaptación de cualquier otro cómic.

(Afiche original de “The Poseidon Adventure”)

“The Poseidon Adventure” (“La aventura Poseidón”) cuenta un desastre náutico tipo “Titanic”. En esa aparecen Shelly Winters y Gene Hackman, entre otros actores conocidos y respetados de la época. Esta película tiene un tema musical memorable cantado por la actriz Carol Lynley (en realidad lo que se escucha es la grabación de la cantante Renée Armand). Es una canción de puro sirope (tipo “Eres tú”, el éxito mundial de la misma época del grupo español Mocedades) llamada “The Morning After” (“La mañana después”), cuya grabación por Maureen McGovern terminó siendo un golazo en la radio norteamericana de 1973 después de ser premiada con un “Oscar”. Esta es la versión de Renée Armand, de la banda sonora de la película:

Y ¿para qué darle tanta atención a esa canción y sus intérpretes, y a “The Poseidon Adventure” (“La aventura Poseidón”)? No sé, probablemente porque faltan cuatro horas y media para llegar a Filadelfia y la pasajera de al lado está roncando. Cuando aterrice buscaré fotos de Armand, Lynley, McGovern y de no sé quién o qué más para ilustrar estas divagaciones que no son, para mí, divagaciones sino una manera de llegar al grano de algo que no quiero perder demasiado tiempo explicándomelo. Creo que las tres intrpretes de esa canción sosa son interesantes, y las recuerdo guapas. Veremos lo que hay para ver. (Y estas son las fotos que encontré después de aterrizar:)

(Renée Armand)
(Carol Lynley)
(Maureen McGovern)

Ahora faltan tres horas y cuarto para el aterrizaje de este avión. Esto lo calculo alejándome del cielo infinito y las estrellas que ya no veo con mis ojos, preparándome para volver al tiempo lineal, esforzándome para adaptarme a las reglas del hombre, a las fronteras invisibles, asegurándome de tener mi pasaporte y la declaración para la aduana a mano, en el bolsillo interior izquierdo de mi abrigo. Guardo los libros que no leí porque estaba mirando la peli de Pitt y buscando una estrella en donde pasear. En el cuento “El perseguidor”, Julio Cortázar habla con cierta claridad y con buen sentido del humor de esta extraña cosa del tiempo, de las trampas que nos tendemos para explicarnos lo inexplicable de nuestro día a día. Lo estaba leyendo en el aeropuerto de Madrid, esperando este vuelo demorado. No hace falta que describa el relato para el que no lo conoce (pero se lo recomiendo), simplemente cito al protagonista, ‘Johnny Carter’, un personaje basado en el legendario compositor de jazz y genio del saxófono Charlie Parker:

“…yo no me abstraigo cuando toco. Solamente es que cambio de lugar. Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se quedó ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las últimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero en un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. No creas que me olvidaba de la hipoteca, de mi madre o de la religión. Solamente que en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mí no vas a decirme que en este momento ese traje existe. Ese traje existe cuando me lo pongo, y la hipoteca y la religión existían cuando terminaba de tocar…”

“Me puse a pensar en el metro, en mi vieja, después en Lan y en los chicos, y claro, al momento me parecía que estaba caminando por mi barrio, y veía las caras de los muchachos, los de aquel tiempo…  Pero al mismo tiempo me daba cuenta que estaba en el metro, y vi que al cabo de un minuto más o menos llegábamos a Odeón, y que la gente entraba y salía. Entonces seguí pensando en Lan y vi a mi vieja cuando volvía de hacer las compras, y empecé a verlos a todos, a estar con ellos de una manera hermosísima, como hacía mucho que no sentía… Sí me pongo a contarte todo lo que vi no lo vas a creer porque tendría para rato… Fíjate que solamente para contarte un pedacito de todo lo que estaba pensando y viendo necesito un buen cuarto de hora… Entonces me vas a decir cómo puede ser que de repente siento que el metro se para y yo me salgo de mi vieja y de Lan y de todo aquello, y que estamos en Saint-Germain-des-Près, que queda justo a un minuto y medio de Odeón… sólo en el metro me puedo dar cuenta porque viajar en el metro es como estar metido en un reloj. Las estaciones son los minutos, comprendes, es ese tiempo de ustedes, de ahora; pero yo sé que hay otro…”

Borges escribió que el universo “…es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna” y que la historia universal es la de un solo hombre. Creo que el artista no puede hacer otra cosa que equivocarse cuando habla de lo que hacen otros artistas o, especialmente, cuando intenta analizar su propia obra. Son tiros de escopeta que uno produce con los ojos vendados, y ¿cómo vas a saber si alguna esquirla le dio al objetivo imaginado, si es que apuntabas a algo en concreto? Eso no quiere decir que es inútil tratar de entender, hablando y escribiendo del arte o de los misterios del juego que llamamos fútbol. En esta columna hablamos de todo un poco, y creo que así nos aferramos al mundo, así intentamos comprender, absurdamente, nuestras absurdas existencias. O jugamos o no jugamos, ¿qué sé yo? La creación artística, o la búsqueda del arte, puede ser una manera de buscar la Verdad, pero también es una manera de escaparse de ella. Es un juego, y ¿qué e tiene de malo eso?

A veces escuchamos una composición musical, vemos o leemos obras de arte que nos parecen ser de una construcción complicadísima, tan detallada y bien planificada que no sabemos cómo pudo concebirse. Muchas veces resulta que para el artista esa obra es casi un disparate, fruto de un impulso inconsciente o al menos poco gobernado por razonamientos estéticos. Max Roach, otra leyenda del jazz, trabajó con Charlie Parker muchas veces, y también con Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Charles Mingus, Sonny Rollins y Miles Davis, entre otras figuras del movimiento “bebop” que arrancó en serio después de la Segunda Guerra Mundial. Hablando de unas grabaciones que hizo con Charlie Parker a fines de los ’40 en Nueva York, Roach contó que Parker escribía “…buena parte de sus composiciones en taxis de camino al estudio… era entrar y salir inmediatamente, porque el sindicato andaba siempre acechando a la vuelta de la esquina. Lo que no deja de sorprenderme, cuando recuerdo cómo hacíamos las cosas, es que hoy se considere una música tan profunda.”

(Max Roach)

“The Towering Infierno”, la superproducción que se estrenó un año después del éxito de “The Poseidon Adventure”, es un cuento de un rascacielos de San Francisco que se incendia, provocando las muertes de muchas personas y un gran quilombo en esa ciudad. Los héroes los encarnan Paul Newman y Steve McQueen. También figuran William Holden y Faye Dunaway, y no sé quién más. Buenos actores casi todos. Esa producción intentó superar a todas las películas con elencos poblados de súperestrellas del cine norteamericano, metiendo a cualquier actor famoso que quería ganar un montón de plata contando una evidente boludez.

Acabo de acordarme que también aparece en esa película O.J. Simpson, el famoso jugador del fútbol estadounidense (pero un actor muy mediocre) que en 1994 degollaría a su mujer (Nicole Simpson) pero que después pudo evadir el castigo oficial de la justicia gracias a sus talentosos abogados.

(O.J. Simpson)

Simpson había sido un ídolo de ese tipo de rugby que se juega con casco y parece una batalla de infantería. Después de triunfar a nivel universitario a fines de los ’60, vino a ser la gran estrella de la National Football League a comienzos de los ’70. Jugando para los Buffalo Bills batió todos los récords de corredores profesionales en 1973. Luego hizo un montón de películas malas, hasta que lo arrestaron en 1994 por acuchillar a su mujer y a un tipo de Los Ángeles (Ronald Goldman) que estaba viviendo una aventura romántica con ella. Pero en lo deportivo Simpson fue el equivalente de Héctor Scotta, que la estaba rompiendo para el CASLA al mismo tiempo.

(El Gringo en 1973)

Como El Gringo, O.J. “The Juice” Simpson fue un jugador imparable que brilló como ningún otro de su época.

(O.J., “The Juice”, corriendo para los Buffalo Bills)

Y, cómo no, ahí va “Eres tú” de Mocedades, también de 1973:

Han pasado unos días de este año 2014. Estoy en el nordeste de los EE.UU., aguantando el frío con mi familia. Vino mi hijo para ver a los abuelos, y todos estamos sentados cerca de la chimenea, viendo como cae la nieve afuera. Sigo pensando en los vínculos que tenemos y que nos inventamos en nuestras vidas los seres humanos. Ser hincha del CASLA te come vivo, ser un animal en este universo (¿Hay otros? ¿Qué carajo es un universo?) te come vivo, ser padre y ser hijo, amar y odiar, respirar y abrir los ojos – todo te come vivo. Nos comemos vivos sin parar, esa es la existencia, la trayectoria de nuestras carnes y nuestras mentes, lo que se aguanta o no. Sin embargo, hay cosas que podemos elegir como tareas, desafíos que nos podemos proponer. O podemos dejarnos morir sin levantar mano o cabeza. Un tema que me preocupa y que se ha comentado bastante en esta columna (teniendo en cuenta que lo que se escribe acá tiene algo que ver, después de todo, con el fútbol argentino) es el lío de las barras bravas y la corrupción institucional en el manejo del deporte rey y del país en general. Después de llegar a la casa de mi madre, leí lo que colgó Diego Latorre en El País el 1 de enero, y me parece que vale la pena reproducirlo entero:

http://blogs.elpais.com/el-potrero/2014/01/el-fútbol-argentino-ya-no-se-aguanta-más.html

El fútbol argentino no se aguanta más

Por: Diego Latorre | 01 de enero de 2014

(Incidentes entre la policía y aficionados de San Lorenzo)

La conclusión del torneo coincidió con su desarrollo. Cundieron los incidentes señalados por personajes que no forman parte del espectáculo pero lo condicionan. Ahora que el fútbol estará parado durante dos meses conviene hacer proyecciones. ¿Adónde va el fútbol argentino?

La idea preliminar de cambiar el formato del campeonato es urgente y necesaria. El fútbol argentino ya no se aguanta más. Está canibalizado. Se les ha ido de las manos. Ya no es rentable. Los seguidores no van a los campos, los equipos juegan cada vez peor, los procesos son incoherentes porque los equipos son de una irregularidad extrema, los análisis de la semana pasada no sirven para la semana que viene.

Las irregularidades se han acumulado a través de los años. Los directivos se han apropiado del fútbol dando cabida a violentos que han traficado con el esfuerzo de los jugadores y el apoyo de los políticos. Dentro de los clubes se respira un clima insostenible. Toda esa corrupción que antes era muy periférica, o que quedaba en los suburbios del negocio, lentamente fue invadiendo la cabeza de los futbolistas. Lo que antes parecía accesorio pasó a formar parte de los mismos partidos. Las relaciones entre los dirigentes y los barras bravas han pasado de los despachos a repercutir en los futbolistas de un modo evidente. La crispación pisa la cancha, los jugadores no arriesgan y los técnicos tampoco. Ya no hay jugadores alegres. Las expresiones de las caras son todas de dramatismo. Con las excepciones de Vélez y Lanús, no veo jugadores serenos. En los momentos más tensos vemos la versión más baja de cada uno. Los equipos acabaron el año tiesos.

Sentada en la tribuna principal, la esposa del tesorero de San Lorenzo dedicó el partido contra Estudiantes a insultar al entrenador, Juan Antonio Pizzi. El episodio acabó cuando la esposa de Pizzi, que también asistió al partido, se enganchó a trompadas con la mujer del tesorero. Pizzi acabaría logrando el título pero su recorrido por el club de Almagro encontró una resistencia tan feroz como habitual. Siempre lo cuestionaron. Su salida estaba anunciada.

Agobiados en una atmósfera tóxica, los equipos argentinos sufren una tensión que les impide crear. Crear no significa solamente poner un pase de gol o tirar un sombrero. Crear es tomar buenas decisiones. Para eso hay que elegir y si uno tiene la cabeza contaminada por turbaciones, si el peso del error es muy grande y todos saben cuáles son las consecuencias, las decisiones corren el riesgo de ser pasos en falso.

Ha sido llamativa la radical diferencia entre los equipos entre las primeras diez fechas y las últimas. Hay un momento, en la jornada 16ª o 17ª, en que la tensión normal de la competición se potenció a partir del aparato siniestro que hay alrededor. Todo es confuso y todo está exacerbado. Para los jugadores asumir el protagonismo en esas condiciones es mucho más complejo. Los que van de víctimas, los que no tienen nada que perder, ni siquiera fuerzan el error. Controlan la situación esperando porque el contrario está acelerado y no sabe asumir el compromiso que tiene, o porque no tiene categoría o porque está perturbado por el entorno.

Las señales han sido tan patentes que las autoridades han hecho propósito de enmienda. En la primera semana de diciembre se confirmó que el formato del campeonato va a cambiar. Probablemente impulsen un torneo de 40 equipos por zonas, más integrador y democrático, y con un solo campeón por año. Será un formato más europeo. Supongo que intervendrán la AFA y el Estado. Quieren inaugurarlo después del Mundial de Brasil.

La búsqueda de alternativas es saludable frente a la degradación. Porque todo se ha naturalizado, pero si salimos de la nube y vemos lo que ha sucedido gradualmente, en los últimos años, esta realidad es inasumible. Proliferan las barras, los árbitros son sospechosos, y las instituciones dejaron de ser creíbles. Cuando se pierde la credibilidad todo se desmorona detrás. Hace años que se pide un relevo dentro de la AFA, donde no solo gobierna Julio Grondona. Hay muchísimos directivos cómplices. Pero el cambio debe ir más allá, hacia un modelo integrador. Porque el discurso se contrapone a los hechos. El eslógan del pacto Gobierno-AFA fue “fútbol para todos”, pero la gente desapareció de los estadios, los operativos policiales resultaron ineficaces, las barras bravas hacen lo que quieren y los hinchas tienen pánico.

El cambio de formato ayudará a escapar de la histeria. El formato corto potencia estos sentimientos desaforados. Es emotivo porque hay dos campeones por año pero es insoportable. Durante años en Argentina nadie se dedicó a mejorar el fútbol desde el mismo contenido futbolístico. Nadie pensó en embellecer el producto. No se puede tratar el fútbol como producto que mueve materia económica y pasional, para que sea propiedad del Estado y para que sea accesible a todos, y al mismo tiempo permitir que el juego se estropee. Es una contradicción macabra.

El mes pasado supe que hay un chico de ocho años, de un pueblo, que es buscado por varios clubes de Europa y de Argentina. Los niños se crían con la mentalidad de no pertenecer al fútbol argentino, de irse al extranjero antes de ser jugadores. Ven a los clubes como aduanas de salida porque el modelo está concebido para fabricar futbolistas para otros sin poder aprovecharlos. Venden a los futbolistas sin descollar, por correr rápido, o por meter un gol, o porque son altos. No hay test de calidad. Los chicos no juegan ni 30 partidos en Primera y se van. Los directivos ponen parches en los equipos y entran y salen, y se van dejando deudas como la de Colón con la plantilla, a la que le deben ocho meses de sueldo. El presidente de Colón dejó al club en bancarrota y se quería postular como candidato a la presidencia de la AFA. La incoherencia cobra carta de naturaleza en los sistemas destruidos.

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FABIÁN:

Dear Cuervo: me encantó tu escritura de altura, sostenido por la paciencia de las turbinas. Siempre pensé que dos mil catorce iba a ser un buen año por una boludez: nací el siete de abril, el número catorce duplica a ese número y catorce era el número que tenía en la camiseta el mejor jugador del mundo de todos los tiempos: Johan Cruyff. Recuerdo que en ese Mundial ’74 que vi con mi padre, en una tele sin color, mi primer acercamiento a la poesía fue percibir que esos jugadores holandeses, hermosos, estaban jugando al fútbol de una manera inaudita, dinámica, con la ambición de ganar pero no haciendo cualquier cosa para eso.

(Johan Cruyff)

Me encantó leer tu prosa porque este año empezó mal, problemas graves en mi trabajo y la sensación de enfrentarme a situaciones que te hacen repensar toda tu vida: tu edad, tus deseos, los seres que dependen de vos, tu ética, tu moral y las cosas que descubriste en un momento y por las cuales querés vivir. Ahora Anita y Guada y Rita  están en el campo y yo hace dos días que estoy solo en mi casa. Como siempre, para levantarme el ánimo estoy leyendo un libro, un libro genial, que se llama Ningún lugar a dónde ir de Jonas Mekas, el director, poeta y escritor (¡tantas cosas!) Lituano que tuvo que escapar de la guerra, primero de los alemanes y después de los soviéticos, junto a su hermano Adolfas. Mekas narra en este libro extraordinario su errancia por una Europa desvastada, comiendo a veces sólo unas pocas papas en dos días largos de marcha, pero leyendo sin parar los libros que encontraba en el camino, en las casas abandonadas o destruidas. Mekas vive en barracones con desplazados, duerme en la calle o en las vías del tren, todo al tuntún pero, gracias a los libros y a la poesía que conoció de chico, convertido en una fuerza de la naturaleza. Te podría extractar millones de frases hermosas que contienen estos diarios.

(Jonas Mekas)

Por otra parte, estuve releyendo la novelita que escribí en la que basamos el guión para la peli de Lisandro y voy a tratar de terminarla. Ahora mientras te escribo en mi oficina del trabajo, la tele muestra una ballena que se cae desde unas rocas, una ballena gigante que murió en la playa. Hay un poema genial de Antonio Cisneros que se llama “En las aguas de Conchan” que narra la odisea de todo un pueblo que sale a carnear una ballena muerta para poder alimentarse. Nuestra sociedad está construida sobre el miedo. Es un dispositivo que nos ponen cuando somos chicos y que tenemos que desactivar mediante nuestra educación espiritual. En eso estoy amigo.

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VIGGO:

Conozco bien esa autobiografía de Mekas. Además de contar cosas alucinantes, está muy bien escrita. La leí en el inglés original (se llama I Had Nowhere To Go). Me lo regaló una amiga en Nueva York. Es increíble lo que sufrió ese hombre, y aún más cómo superó tantos obstáculos durante la guerra y la post-guerra, cómo los convirtió en fuentes de inspiración, en arte. Me encanta su fotografía. Como sabrás, fue un pionero del cine “underground” en Nueva York, un creador en todos los sentidos. Pinta y escribe muy bien, colaboró con músicos, poetas, directores de cine -con todos los artistas del avant-garde en los ’50, ’60, ’70…, hasta hoy mismo sigue siendo un referente imprescindible para los artistas más originales de Norteamérica, incluso para los que no se dan cuenta de ello. David Croenenberg, cuya familia también es de origen lituano, es un gran admirador de Jonas Mekas. En los ’60, inspirado por Mekas y el cine alternativo que este estaba desarrollando en Nueva York, junto al hermano Adolfas y otros rebeldes, Cronenberg, Ivan Reitman e Iain Ewing fundaron el Toronto Film Co-op y empezaron a revolucionar el séptimo arte en Canadá. Si no fuera por Mekas y las películas que hizo con su cámara Bolex 16mm, puede que no tendríamos hoy las obras maestras “Crash” (y no estoy hablando de la película del canadiense Paul Haggis que afanó ese título y ganó el Oscar en 2005, sino la de su compatriota que ya debería haber ganado varios de esos premios pero que nunca ha sido nominado), “Dead Ringers” (“Inseparables”), “ExistenZ” (la “Matrix” para adultos, rodada antes y mejor que esa, y con un presupuesto mucho menor),  “Spider” y “A History of Violence” (“Una historia violenta”), entre otras joyas del cine existencial.

Mirá este video de Mekas en un evento el año pasado en México. ¡Un capo a sus 90 años! Espero que nosotros, si llegamos a tener esa edad, seamos tan optimistas, estemos tan vivos:

http://www.youtube.com/watch?v=NOWbwYfbYno

Por cierto, acabo de volver de Toronto, donde estuve anoche para hacer una presentación especial con Cronenberg, vinculada a una retrospectiva de su cine. Salimos a cenar después, y hablamos, entre otras cosas, de Mekas. ¡Sincronicidad, hermano! Lo pasamos bien y, como siempre, David me mató. Hacía rato que no me reía tanto. Hoy, mientras volvía solo en el auto de mi madre (unas cuatro horas de carretera), iba pensando en la obra de Cronenberg y me acordé de una cita de Nabokov:

“Un escritor debe tener la precisión de un poeta y la imaginación de un científico.”

(Vladimir Nabokov)

Por otro lado veo que el Valencia de Juan Antonio Pizzi fue eliminado del torneo de la Copa del Rey, y que los tres goles que le hizo el Atlético de Madrid del Cholo Simeone en los dos partidos fueron fruto de córners. Como pasó frecuentemente con el CASLA, parece que le sigue costando encontrar la manera de defender contra la pelota parada en España.

P.D.: Acabo de leer una traducción nueva al inglés de La metamorfosis de Franz Kafka. Esta versión de Susan Bernofsky es muy buena, de alguna manera me pareció más gracioso y a la vez más sufrido el jodido desenlace de la vida de ‘Gregor Samsa’. Lo mejor de esta nueva edición, publicada por la editorial W. W. Norton de Nueva York, es la introducción escrita por David Cronenberg. Voy a enviarte el libro, creo que te va a encantar lo que escribió David. Demoledor, te vas a reír y creo que vas a llorar cuando leas su texto. Habla de cosas que tanto nos preocupan últimamente -la muerte, la familia, la absurdidad de la vida- y a la vez es un lindo homenaje al genio de Praga.

Al mismo tiempo que Cronenberg empezaba su carrera en el cine independiente que estaba floreciendo en Toronto y Montréal, Spielberg y Lucas se estaban consolidando como príncipes en el sistema de las grandes fábricas de cine en Los Ángeles.

P.P.D.: Sigo pensando en la cosa del tiempo, los tiempos distintos, el tiempo que se acabó y el que nunca llega. Como dijo San Agustín hace más de mil quinientos años de esos que nos inventamos:

“El pasado ya no es y el futuro no es todavía”

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FABIÁN:

Qué bueno una nueva traducción de Kafka. Es como si con cada traducción se volviera a escribir el libro. Acá hace un calor de los mil demonios y mañana me voy al campo donde está mi familia. No vuelvo hasta el lunes, cuando te podré contestar de nuevo lo que me escribas ya que en el campo no tengo laptop, ni celular ni nada. Hace dos días, por la noche, puse unos cubitos de hielo en un vaso y cuando estaba por poner el whisky, sonó mi celular y era una periodista que me dijo que en México había muerto Juan Gelman, y que quería unas palabras. Lo primero que pensé es: qué feo que tu muerte provoque que una chica joven esté a las doce de la noche estresada buscando testimonios en un diario en vez de estar con su novio o novia, en el cine o caminando descalza por el pasto. Le pedí disculpas porque no podía decir nada. En verdad le dije que el universo estaba en constante expansión y que desde el comienzo sólo nos estamos separando, todos, no sólo las parejas que se divorcian. Por eso son increíbles esos momentos de unión que logramos con amigos, pareja hijos o mascotas en medio de la expansión universal. Todos esos momentos son pedazos de eternidad, me dijo Gelman una tarde noche en su casamiento, al que fui cuando era un joven veinteañero.

(Juan Gelman)

Ahora estoy leyendo un libro increíble de conversaciones de Juan con Roberto Mero, se llama Contraderrota, Montoneros y la revolución perdida. Es notable la lucidez de Gelman para describir el proceso político de los años cincuenta en adelante que trajo la lucha armada y la posterior dictadura militar. Gelman era, esencialmente, un animal político y un tipo que, exiliado en París y con un hijo muerto por la dictadura, reflexionaba sobre su época -que lo tuvo como protagonista con aciertos y errores- de manera implacable. Hay una cosa que él cuenta en ese libro que es genial. Dice que la praxis siempre debe ir acompañada por la reflexión. Y relata el momento en que Lenin se mete en un bosque por una semana para escribir sus tesis que van a culminar en la revolución bolchevique. Como todos, Gelman fue muchos hombres. Me quedo con este exiliado parisino que pensaba la política de su época de manera brillante. Por supuesto, el libro no sólo sirve para pensar esa época sino la nuestra, el lugar que tenemos en ella. Hay que trabajar haciéndole trampas al pensamiento metafísico.

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VIGGO:

Hola Fabián,

Hay que hacer esa trampa, sí, para crear como artista y para encontrar el arte en el mundo -la trampa de buscar una verdad sabiendo, si lo pensamos bien, que la búsqueda misma es una evasión de la verdad. Una mentira, un pasatiempos más o menos valioso, más o menos transcendente. Uno juega a algo para saber lo que es, para saber que existen posibilidades creativas en el día a día más allá de la mera supervivencia, que sobrevivir es arte también. Tenemos que engañar a la muerte, incorporarla en nuestras vidas. No sé tanto de la vida de Gelman, solamente tengo una idea general de su persecución política y sus principios ideológicos. Sé que apoyó a los Montoneros durante una etapa de su vida, y que después se alejó de ellos. Y sé que estuvo, como muchos otros artistas, exiliado durante la Dictadura que empezó en 1976. Que su hijo y su mujer fueron víctimas de la junta militar, dos de los miles de argentinos “desaparecidos”. Creo que dijo una vez que la poesía era un árbol desnudo, de invierno y sin hojas, o muerto, que sin embargo nos da sombra. Algo así. Lo escuché en la radio hace como cinco años, me parece. Un árbol sin hojas que nos da sombra. Linda imagen. En Madrid tengo varias colecciones de los poemas de Gelman. Ojalá los tuviera ahora para releer algunos y compartirlos con vos, pero tendré que esperar hasta volver a España la semana que viene. Los “veo” ahí en mi casa, sus libros, en la estantería cerca de la cocina, a la izquierda de los de Robert Creeley, Julio Cortázar y otros grandes de los ’60 y los ’70, y a la derecha de algunos libros de cine, sobre Dreyer, Tarkovski, Cronenberg, Bresson, Ozu y otros maestros. Veo esa sección de la estantería, y la ventana que da a la calle, imagino el frío en ese cuarto (como no estoy ahí deje la calefacción al mínimo). Y ahora, al imaginar esos libros, pienso en las plantas que regué todo lo posible antes de irme. Espero que estén bien.

Lo que me escribiste lo acabo de leer en un avión, otro avión. Mientras estoy en Norteamérica, antes de volver a España, aprovecho para irme a Los Ángeles porque se juntan muchos amigos de Kevin Power ahí mañana para celebrar su vida y su arte. Iré con Henry al evento, que es un almuerzo donde se leerán cosas, se cantará, y no sé qué más. Va a ser lindo. Henry lo conoció con unos diez años, cuando Kevin estaba preparando una exposición de pintores cubanos en la famosa galería de arte Track 16 de Santa Mónica, California. Mañana vamos a almorzar juntos los amigos de Kevin, y leeremos algunos poemas suyos y de poetas que a él le gustaban. Yo voy a leer lo siguiente para recordarlo y honrarlo:

For No Clear Reason

I dreamt last night

the fright was over, that

the dust came, and then water,

and women and men, together

again, and all was quiet

in the dim moon’s light.

A paean of such patience—

laughing, laughing at me,

and the days extend over

the earth’s great cover,

grass, trees, and flower-

ing season, for no clear reason.

-Robert Creeley

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(from The Death Set – Pisueña: Green End of Green Road)

iii

What matters   of course is not what is said

and paradoxically not what is unsaid but

what is unsayable and that   of course   is

nowhere present in what I am saying

at most there may be intimations of the

unsayable in the unsaid   and always the

sad recognition of its absence in the said

and strangely not having said

what should be said and shouldn’t

I have come painfully to know more

About nothing

-Kevin Power

 Al día siguiente vuelvo al nordeste para estar unos días más con mis padres. Se viene una nueva ola de frío polar, dicen. Treinta grados bajo cero, y más nieve.

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FABIÁN:

Viggo,

Acá, por el contrario, la calefacción del verano está encendida a full. Hermoso el poema que vas a leer en el homenaje a Kevin. Hoy a la noche juega el CASLA en San Juan, muy tarde, tipo diez de la noche, me dijeron. La verdad es que tengo ganas de ver jugar de nuevo a los colores azulgranas. Bauza está probando en el fondo y en la delantera. A Rita le salió un parche caliente y mañana la llevo al veterinario para que se lo curen, supongo que es por el calor, el estrés de haber estado en celo o tal vez soy yo que le pasé mis fantasmas de enero. Nunca se sabe. Los perros son animales increíblemente receptivos.

(Rita)

Ojalá algún día nos juntemos con el frío cerca del Río San Lorenzo donde viven tus viejos. ¿Por qué no? Yo a mi viejo no lo veo hace semanas porque anduve con mi familia de un lado a otro, del campo a casa y viceversa para que Anita no se aburra sin amigos. Pero mi hermano me contó que papá está yendo a bailar tango algunas noches. No sé cómo lo hace a los 86 años y con este calor asesino.

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VIGGO:

Cuervo:

Como sabes, yo tuve una perra casi idéntica a tu Rita. Brigit, se llamaba. En verano siempre le salían parches. A veces es por nerviosismo o por sentirse abandonados que los perros – especialmente los más inteligentes como los “collies” – se ponen a rascar y a tener parches calientes. Seguro que es por el intenso calor que están pasando. Esta mañana llegamos a -36 grados acá. ¡Increíble el contraste con la estufa que es Buenos Aires ahora mismo! Aguantemos nomás, en los dos extremos. Tenía que salir hoy para Madrid, pero parece que demoran otra vez el vuelo por las tormentas de nieve y el frío polar.

Me gusta la manera de hablar de Edgardo Bauza. Estaba leyendo una entrevista que le hicieron esta semana, y me pareció muy sensato lo que decía de la alineación para los partidos que San Lorenzo va a jugar en San Juan y en Tandil. Habla tranquilamente, con autoridad y bien claro. Parece que la Revolución CASLA tendrá continuidad. ¡Aguante Ciclón!

P.D.: Ganamos los dos partidos. No pude verlos, pero leí que ganamos el primero a pesar de jugar bastante mal, gracias a un golazo de Navarro de tiro libre, y que el segundo lo ganamos jugando mejor. En ese jugaron varios juveniles, y Navarro metió otro gol de tiro libre. Hemos ganado los primeros tres amistosos de esta pretemporada por 3-0, 1-0 y 2-0. ¡A ver si seguimos así!