Futuro repintado

Viggo Mortensen y Fabián Casas

 6/10-10/10/2012

Hola Cuervo,

Hasta acá llegamos en este torneo. El partdio contra Godoy Cruz hay que ganarlo, y deberíamos poder hacerlo porque ese equipo anda bastante rengo. Pero a Arsenal también lo teníamos que haber derrotado jugando en nuestra casa. La falta de costumbre en lo de jugar bien para adelante y buscando el gol constantemente en este torneo nos está pasando factura. Espero que nuestro técnico use estas dos semanas para engrasar el ataque y darles confianza a los jugadores. Sé que muchos de ellos se han declarado a favor de él y sus planteamientos — lo que me parece noble y admirable — pero los papelones colectivos ya se amontonan y me parece que algo tiene que cambiar en la manera de preparar los partidos. Pienso que hay que seguir siempre siendo optimista y con la mirada fija en un mejor horizonte, pero también hay que ver lo que está pasando acá y ahora mismo.

Hablamos hace rato de Spinoza. El pasado domingo encontré esta columna de Manuel Vicent en El País, y pensé que te podría interesar:

http://elpais.com/elpais/2012/10/06/opinion/1349545933_741485.html

“Así habla el Dios de Spinoza: deja de rezar y disfruta de la vida, trabaja, canta, diviértete con todo lo que he hecho para ti. Mi casa no son esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi morada. Mi casa son los montes, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es donde vivo. Deja de culparme de tu vida miserable. Yo nunca dije que eras pecador y que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado para que puedas expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. No me culpes de lo que te han hecho creer. No leas libros religiosos. Léeme en un amanecer, en el paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de un niño. Deja de tenerme miedo. Deja de pedirme perdón. Yo te llené de pasiones, de placeres, de sentimientos, de libre albedrío. ¿Cómo puedo castigarte si soy yo el que te hice? Olvídate de los mandamientos que son artimañas para manipularte. No te puedo decir si hay otra vida. Vive como si no la hubiera, como si esta fuera la única oportunidad de amar, de existir. Deja de creer en mí. Quiero que me sientas cuando besas a tu amada, acaricias a tu perro o te bañas en el mar. Deja de alabarme. No soy tan ególatra. Así habla el Dios imaginario de Baruch Spinoza, filósofo panteísta del siglo XVII, judío sefardí, fundador de una escuela mística, de la que se han nutrido jipis, gurús, vendedores de semillas de calabaza y otros profetas de la moderna espiritualidad. Si existiera un Dios tan esteta y se hiciera visible, se le podría exigir que explicara el dolor de tantos inocentes, los millones de niños que mueren de hambre, la violenta depravación de muchos hombres con las mujeres, el instinto de matar que ha inscrito en las entrañas del ser humano. El Dios de Spinoza fluye sobre los verdes valles, sobrevuela las cumbres de nieve, se confunde con los ríos incontaminados, con los delfines azules, con las risas de los niños. Pero el mal no se corresponde con esa belleza. Ese Dios nos dice: dejad de pedirme cosas. ¿Me vais a decir a mí cómo hacer mi trabajo? Yo soy puro amor. Entonces, tendrá que explicarnos por qué allá donde vuelves el rostro no encuentras en este perro mundo más que maldad, guerras, basura moral, lágrimas y sangre de inocentes, que también forman ríos y mares.”

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Hola Viggo; qué bueno volver a tener noticias tuyas. Acabamos de terminar un fin de semana largo y se la pasó lloviendo. Lo cual nos metió dentro de casa a todos. Ví películas: “Expiación”, basada en una novela de Ian Mc Ewan. me resultó muy estetizante. Vi  los capitulos finales de la temporada quinta de la serie “Mad Men”. Considero a esta serie una verdadera obra maestra, porque si bien parece un material retro, está siempre, como el cine, hablando en el presente. Para los guionistas de “Mad Men” el mundo de los negocios es un infierno sin posibilidad de buen final. Se nota en esas plumas la influencia de los genios de esa época, John Cheever, Richard Yates, Carver. Y los cuadros melancólicos de Hooper. También vi fútbol. San Lorenzo contra Arsenal: un partido anodino que pudimos haber ganado o perdido, así son las cosas. Hoy está en las noticias la posibilidad de que Caruso de un paso al costado y venga Pizzi. Veremos. Tenemos que movernos como lo hacía Wan Chan Kein cuando caminaba sobre papel de arroz. despacio, sin repetir errores. También vi al Barcelona contra el Real. Qué contraste con el fútbol nuestro. Cada uno en su estilo, jugando al ras, el Real más de contra y el Barça al ataque, pero de manera impecable ambos. Y cuatro golazos. Sin embargo, la noticia triste se produjo sobre el final del lunes, unos amigos me dijeron que había muerto en Perú un poeta genial que se llama Antonio Cisneros, que fue un buen compañero de aventuras mío en algunos encuentros de poesía. Cisneros era un grandísimo poeta de la generación del sesenta y era, también, un maestro en la ingesta de whisky. Lo quiero recordar, como el dios de Spinoza del que hablás, con una anécdota de afirmación. Hace muchos año yo era un poeta muy joven invitado a un encuentro en Chile. Clisneros estaba ahí y era uno de mis ídolos. Rápidamente nos hicimos amigos (él me dijo que era de Sporting Cristal en Perú, pero que en Buenos Aires era del CASLA). El encuentro tenía varias sedes y una fue en Valaparaíso. Una noche, estando ahí, Cisneros me invitó a pasear para tomar algo en los bares del puerto. Cuando bajámos a la recepción para que el chofer de la Fundación Huidobro nos llevara a la recorrida, Roberto Juarroz, un  poeta argentino más grande en edad que nosotros, se nos sumó porque le gustaba el whisky. Juarroz era un hombre muy serio, vestido de traje y corbata, pero divertido. Escribía una mezcla de poesía metafísica, con algo de Benedetti. La cosa es que los tres, más el chofer, salimos de ronda y ya no recuerdo nada, la mente funde a negro por el alcohol ingerido, hasta que alguien golpea en la puerta de mi pieza de hotel y yo estoy tirado en un costado de la cama, vestido. Ahora me acuerdo de un personaje de Conrad, en la novela Tifón, que, tirado boca abajo en la cubierta de su barco, por la tempestad, se pregunta qué diría su mujer si lo viera así.

(Joseph Conrad)

El que llamaba a la puerta era el organizador del encuentro. Cuando me ve me dice: ¿Dónde está Juarroz? Yo le digo que me duele mucho la cabeza por la resaca y que no sé dónde estaba. le digo que habíamos salido con Cisneros ¿él no está? salimos de mi pieza y vamos a la de Cisneros. Golpeamos la puerta y ésta se abre porque no está cerrada. Adentro, Antonio, con unas toallas húmedas en la cabeza a manera de turbante, espadea contra un enemigo imaginario. El organizador se vuelve loco. dice: Juarroz se tenía que dializar hoy a la mañana! dónde está?  sufre de los riñones. Antonio dice: ¿Quién es Juarroz? Asi que yo y el organizador cerramos la puerta del espadachín y vamos a buscar al chofer que nos llevó de ronda para que salgamos a recorrer otra vez los bares. Y de bar en bar, con el sol en el cielo, damos con Juarroz dormido acostado en unas sillas improvisadas por unos marineros. Viggo: casi todos los libros de Juarroz se llaman, poesía vertical uno, poesía vertical dos, poesía vertical tres y así hasta diez o doce. Te imaginás lo que era para un poeta joven argentino encontrar a Juarroz en posición horizontal! Y todo gracias a Cisneros. Hey, Antonio, ayer cuando me enteré que te las tomaste, cuando me lo dijeron unos amigos peruanos que llamaron, me fui a un rincón solitario de la casa y agarré tus libros y me los puse a leer. Tus poemas son inmortales. Los leía y tomaba whisky, como solíamos hacer cuando nos veíamos en algún lugar del mundo, leía y lloraba, leía y tomaba.

(Antonio Cisneros)

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Hola Fabián,

Gracias, muchas cosas para pensar. ¡Estás ardiendo!

Tifón, de Conrad, es un documento que parece casi autobiográfico, porque el escritor fue marinero y sobrevivió una tormenta parecida, creo que fue cuando era mucho más joven, antes de consagrarse como escritor. El capitán en este cuento ( ‘MacWeir’ creo que se llamaba, o algo parecido) piensa que no van a sobrevivir el tifón que llega a durar más de 24 horas. Se pasa la Nochebuena escribiéndole cartas a su mujer, despidiéndose para siempre porque cree que se van a ahogar todos. No estoy seguro, pero creo que estás hablando de él. !Parece que sufriste una resaca brutal esa mañana en Valparaíso!

Una lástima la partida de Cisneros. No sabía que lo conocías. Esto es lo que publicaron en el diario peruano La República el 9/10, escrito por Nelson Manrique Gálvez:

La partida de Antonio Cisneros ha golpeado a todos y –signo de los tiempos– apenas se divulgó la mala nueva el pesar inundó las redes sociales. Sus admiradores compartían sus poemas, evocaban esas circunstancias personales que los hicieron tan especiales y, como escribió un amigo en Facebook, una lluvia de poesía en los muros iluminó un día triste. Quienes no lo conocieron personalmente hablaban de él como de un amigo muy querido y quienes tuvimos el privilegio de disfrutar su amistad (para amiguero, Toño) fuimos llegando para darle el último adiós. Toño hizo poemas de gran altura y al mismo tiempo accesibles a muchos, que hermanaban una enorme erudición y el tono coloquial y hasta chonguero de la calle.

Toño se fue serenamente, con la misma entereza con que vivió la vida. Tomás Borge (que amaba la poesía, aunque no era correspondido) dijo una vez que el Perú producía poetas inmensos. Es verdad. Algo que fascina a William Rowe: cómo un país pobre, excéntricamente situado y en los márgenes de los circuitos de poder mundial puede producir semejantes poetas. Antonio Cisneros se sitúa sin discusión entre los más grandes. En el bello homenaje que le ha dedicado Peter Élmore (http://bit.ly/Q4KgFP), uno de nuestros más lúcidos críticos literarios, afirma simple y rotundamente que su poesía está entre las mejores de la lengua castellana. Nuevamente es verdad. Antes de su partida ya se sabía que sería inmortal.

Toño hizo muchas otras cosas, y bien. Fue profesor universitario, periodista, comunicador de los mejores, viajero impenitente, un promotor cultural que no perdía el tiempo quejándose por el estado de la cultura en el Perú sino buscaba hacerla accesible, que soportaba estoicamente el maltrato del Perú oficial a sus creadores, gran amigo, extraordinario conversador, padre y abuelo amoroso y pareja sin par de su maravillosa compañera, la Negra Luna. No le importaba navegar contra la corriente y era heterodoxo en sus opiniones; nunca pude estar de acuerdo en todo con él pero eso nunca fue óbice para poder disfrutar de esa amistad abierta que brindaba tan generosamente.

Siempre he pensado que sólo se puede ser feliz en el Perú si uno es capaz de desarrollar una cierta mirada irónica, y Toño tenía esa ironía en grado sumo, así como una sensibilidad extraordinaria para captar lo inusitado en las circunstancias más ordinarias. Allí quedan sus crónicas recogidas en El arte de envolver pescado, en las que lo cotidiano aparece bañado por una nueva luz y trasmutado en insólito. Pero allí hay apenas una muy pequeña muestra de esa su vena irónica y tierna, que podía mostrar su filo acerado fulgurantemente, como cuando respondió a un maoísta que le recitaba su catecismo que debía ser muy incómodo hacer el amor con el puño en alto. Su anecdotario redondearía la imagen de un gran creador.

Se fue Toño, pero permanece entre nosotros. Todos tendremos siempre un poema suyo y nuestro. Como los innumerables amantes a quienes “Para hacer el amor” les brindará siempre las palabras justas para nombrar el fuego. O la oración precisa para los creyentes que necesitan desesperadamente paciencia y fe: “Cómo hablar del amor, de las colinas blandas de tu reino, / si habito como un gato en una estaca rodeada por las aguas”.

Allí está Toño, el del Caballo Rojo (una biblioteca para los pobres), y Monos y Monadas. El de los diez años compartiendo las “Crónicas del oso hormiguero” desde la radio. El catedrático de San Marcos que se marchó a enseñar algunos años a Huamanga y el director del Instituto Porras Barrenechea y aquel que brindó su reserva inagotable de amigos para hacer del Centro Cultural Garcilaso de la Vega un gran foco de cultura. El que me hizo llorar de risa con sus desventuras de dinosaurio desavisado, buscando donde fumar su cigarrillo en un mundo súbitamente convertido al culto a la buena salud.

Allí queda su casa rosada con florones de yeso, al lado del faro del malecón Cisneros, por siempre impregnada de su presencia. “Más allá sólo existen la China, el Japón (suelo decir) aunque en verdad primero están los montes de coral”.

El Barcelona-Madrid fue puro espectáculo. Por suerte Mourinho dejo de lado su ego y puso a sus mejores jugadores en la cancha – fueran españoles, alemanes, argentinos o portugueses – y los dejo jugar. No es un técnico tan tonto como para dejarse ganar por el Barcelona para dar lecciones raras a los jugadores merengues de pensamiento libre. Lo que más me interesó no fueron los goles de los dos delanteros rivales, ni el ritmo bárbaro del encuentro o el fondo de conflicto político/nacionalista entre Catalunya y España en las gradas. Lo más interesante para mí fue la manera de celebrar de Cristiano Ronaldo comparada con la de Lionel Messi cada uno sus dos goles. Cristiano, como casi siempre, pedía el reconocimiento de todo el mundo como si estuviera diciendo: “¡O, pobres mortales desgraciados, felicitaciones a todos por estar en mi presencia!”, y Lio, como siempre, festejó como un pibe con sus compañeros. Pero tenés razón, fue un encuentro tremendo, igualado, entre dos estilos muy diferentes de jugar al fútbol.

(Celebración de Messi con sus compañeros)

Resulta que al final se va Caruso Lombardi antes del partido contra Godoy Cruz porque era incapaz de callarse como se lo exigieron Lammens y Tinelli. Se lanzó de nuevo a decir boludeces, hablando con los medios sin autorización, puteando a medio mundo. Seguro que ahora no para de tirar bombas en la prensa, pero capaz que los periodistas pronto se cansarán de prestarle atención. Está clarísimo que este hombre no tiene ninguna capacidad de autocrítica, pero no hay que hacerle mucho caso. Tampoco es de celebrar su partida. No me gusta ver sufrir a nadie, y lo que le está pasando a él da pena y vergüenza ajena. Espero que logre hacer las cosas mejor en otro lado, con otro club. Va a ser difícil para el que lo remplace como técnico de San Lorenzo a estas alturas del torneo, pero creo que el cierre de esta etapa complicada para el cuerpo técnico de San Lorenzo puede ser un paso adelante.  ¡Aguante Ciclón!

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