Más no se puede pedir

Viggo Mortensen

22/10/2012

Viví un fin de semana algo esquizofrénico, de mucho viaje y poco dormir. Tuve un cumpleaños bastante raro, pero muy especial. A mitad de rodaje en Grecia y Turquía estuve en Inglaterra unas 36 horas con Ana Piterbarg para apoyar a la participación de “Todos tenemos un plan” en el Festival de cine de Londres. Llegué directo de la filmación de “Las dos caras de enero” en Atenas la mañana del sábado 19/10.  Al llegar a la capital inglesa recibí el primer regalo de cumpleaños cuando me enteré de la aprobación del Fideicomiso en la Legislatura Porteña. ¡Está cada vez más cerca La Vuelta a Boedo!  El día siguiente, el de mi cumple, mientras seguía haciendo entrevistas con la prensa inglesa, recibí otros regalos extraordinarios. El más importante fue ver a mi hijo, que está en Londres estudiando antropología. Y entonces, en mi último compromiso promocional antes de volver al aeropuerto para agarrar el vuelo nocturno a Estambul, recibí unos regalos recuervos. Primero me encontré brevemente con unos visitantes de Boedo después de una entrevista larguísima (unos 100 minutos) que me hicieron para el llamado “Screen Talk” del festival. Me iba cansando durante esa charla interminable, hasta que me di cuenta de la presencia de los cuervos en la última fila del auditorio. Miré hacia donde había sonado un “¡Vamos San Lorenzo!” y vi unos cuantos de los nuestros vistiendo los colores. Cuando los invité a acercarse al escenario me regalaron sus sombreros, uno igualito al que se puso la Gata Fernández cuando salimos campeones en el 2007.

Cuando un compañero de nuestro equipo inglés me vió paseando por el hotel después de llegar del aeropuerto de Estambul esta mañana, me dijo que debería tener cuidado si salía a pasear por la ciudad con esa pinta. “¿Qué van a decir?”, le pregunté, “que soy un alminar ambulante? ¡Que se mueran de la risa o que se queden paralizados nomás, me da igual! Este sombrero no me lo quito todo el día.” Otro regalo sanlorencista me lo dio una mujer alemana muy simpática que ha tenido la gentileza de venir a verme hacer teatro en Madrid, y a estrenos de películas y exposiciones de fotografía por todo el mundo. Es tremendamente generosa y suele traerme obsequios únicos, siempre vinculados al CASLA. Esta vez me regaló una banderita antigua de la época de nuestros Matadores:

Linda, ¿no?

Y si eso no fuera suficiente para un cuervo en el día de su cumpleaños, entonces se me acercó una representante de la compañía Sutton Seeds, una entidad que produce semillas para los ingleses aficionados a la jardinería — o sea para casi toda la población de ese país. Hace un par de años me habían escrito desde Sutton Seeds para invitarme a darle nombre a una nueva flor que iban a producir para beneficio del fútbol juvenil en Inglaterra. Les contesté medio en broma que si le iban a poner un nombre a una flor nueva tenía que ser de color azulgrana y había que llamarla “Casla”. Había olvidado ese intercambio por email, pero después del “Screen Talk” de ayer la señorita me dio este paquete de semillas para sus nueva petunias (tuvieron que producir dos variedades nuevas para poner los colores nuestros):

Si no les mostraba a ustedes la foto del paquete de semillas “CASLA”, no me iban a creer. Un regalo que no tiene precio. Imagínense la cantidad de ingleses que van a sembrar escudos azulgranas en sus jardines el año que viene…

Y el regalo final fue poder ver la primera parte del partido contra Godoy Cruz en el aeropuerto Heathrow antes de subir al vuelo de Turkish Airlines a Estambul. No se puede decir que jugamos exactamente como el Barcelona, pero en el debut de Pizzi no jugamos mal. Nuestro equipo estuvo valiente, buscando el gol, y defendimos bastante bien. Al aterrizar a las 4:30 de la mañana en Turquía me enteré que habíamos empatado, y que no se montó ningún quilombo mediático después del partido como nos tenía acostumbrados a aguantar el técnico anterior de San Lorenzo. Manos a la obra, a ver si podemos avanzar, sumando poco a poco para salir de la zona de Promoción.

Acabo de ver en mi compu el gol de Higuaín para el Real Madrid en el partido contra el Celta de Vigo. Golazo. Casi mejor que el que les hizo a los chilenos la semana pasada. El Pipita es un monstruo del fútbol y un caballero. A él, como a Messi, hay que pegarle un tiro para que se tire al suelo o se queje seriamente. Impresionante lo que aporta como deportista y como persona. Un jugador de equipo con garra de campeón.

Bueno, eso nomás. En esta entrega no ofrezco ni cine ni filosofía ni meditaciones literarias. Solamente doy gracias a la suerte que tengo de seguir vivo y cuervo en este mundo.